Los apicultores de la provincia son conscientes de que el riesgo incierto que hace un tiempo representaba la avispa asiática se ha convertido ahora en una amenaza real, a las puertas de sus colmenas: «Está metida en toda la provincia», ha reconocido este miércoles el secretario técnico de Apis Durii, Francisco Alonso, durante la presentación de Meliza. De hecho, recientemente, se ha hallado un nuevo nido de la velutina en la comarca de Sanabria.
En concreto, según ha explicado Alonso, esta guarida se ha encontrado en Palacios, en una zona de roble y a 16 metros de altura: «Por lo que estamos viendo es cuestión de uno o dos años que empecemos a notarla», ha lamentado el responsable de Apis Durii, que ha dejado claro que «las abejas no son tontas» y que no salen de la colmena si ven a un enemigo.
Con este panorama, Alonso ha explicado que lo único que se puede recomendar a los apicultores es que «se lo tomen en serio y empiecen a trampear a partir del mes de marzo», particularmente en las comarcas de Sanabria y La Carballeda, «que pueden ser las primeras zonas donde se note la afectación», aunque la previsión de este experto es que la velutina llegue incluso a La Guareña y a Toro.
Una situación «francamente complicada»
Toda esta problemática aparece en un contexto ya de por sí complejo para el sector. «La situación de la apicultura es francamente complicada», ha admitido Alonso, que ha aludido al volumen de producto procedente de terceros países y que no cumple con los estándares de calidad exigibles. El responsable de Apis Durii ha citado la miel de Turquía o del Reino Unido, que se venden ahora con unos precios «ridículos» por este motivo.
Con este panorama, la incorporación de nuevos apicultores no se ha frenado en la provincia, pero sí se ha ralentizado, según ha apuntado Alonso, que ha admitido que, años atrás, llegaban unas 30 o 35 personas por curso al sector, mientras que ahora esa cifra se ha reducido a ocho o a diez.
Por otro lado, en lo referente a la recuperación de los apicultores afectados por los incendios del verano del 22, Alonso ha explicado que aquellos fuegos supusieron «un palo moral» cuyas consecuencias prácticas fueron paliadas por la intervención posterior en el caso de las colmenas que desaparecieron.
Sin embargo, lo peor ha llegado con aquellas en las que se pensaba que las abejas iban a sobrevivir, pero en las que se produjo una reducción en torno al 20% del censo.