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La grada y el equipo del Club Baloncesto Zamora pasaron de la convicción al pánico, y de ahí a la euforia tras ganar la Copa LEB Plata en un partido con dos prórrogas. Los blanquiazules tuvieron el encuentro controlado, llegaron a verlo perdido y acabaron amarrándolo en comunión con su gente, en una noche para la historia de una entidad de casi medio siglo. La celebración de Saulo Hernández o el júbilo dentro y fuera de la pista quedarán como estampas de una jornada de enero que va directa al libro de honor del deporte provincial.