La temperatura máxima prevista este miércoles en la región donde nació Edward Mandryk es de 18 grados bajo cero. Eso explica que salga a la calle, durante el invierno de La Carballeda, en manga corta, pantalón corto y chanclas. Sin despeinarse. «Allí la época de frío es mucho más larga, y con días en los que entraba y salía de trabajar de noche», explica el que, sin demasiado riesgo de equivocarse, es el único canadiense residente en Lanseros, un pequeño anejo de Manzanal de los Infantes que acumula 17 vecinos entre la parte del barrio y la del pueblo. La distinción aparece reflejada en los carteles de acceso a la localidad.
¿Y cómo ha acabado un tipo canadiense, más concretamente de Alberta, en Lanseros (barrio)? La respuesta es la de casi siempre en estos casos: por amor. La otra protagonista de esta historia se llama Estíbaliz Carbajal y, aunque tampoco había vivido nunca en Lanseros hasta su última mudanza, sí que tiene raíces en el pueblo. En realidad, todas. Sus dos padres nacieron aquí, pero marcharon pronto rumbo a Vitoria y a Madrid, donde nació ella hace 39 años. Las probabilidades de que regresara a la casilla de salida familiar eran más bien escasas.
Es más, esas opciones se redujeron cuando, en abril de 2015, Estíbaliz se marchó a Canadá con una visa de trabajo: «Estudié turismo aquí en España y siempre había trabajado con extranjeros, pero quería irme fuera para hablar idiomas de manera más fluida y tenía claro que no me iba a marchar al Reino Unido», explica esta madrileña con orígenes zamoranos. La primera oportunidad que apareció en su horizonte fue Toronto, pero una oferta que vio en un grupo de Facebook cambió su destino y la mandó a Alberta, más hacia el oeste.
Una vida en Canadá
«Encontré un hotelito de montaña que se dedicaba a los campamentos de verano y a organizar bodas y eventos de empresa», narra Estíbaliz. A pesar de su formación, en sus inicios en el trabajo se dedicó a fregar platos, pero poco a poco fue ascendiendo. Primero, se convirtió en gobernanta; más tarde, en la gerente del hotel. Aquella última promoción llegó en 2019 y Edward apareció en 2020: «La verdad es que fue todo muy rápido», admiten ambos.
Con la relación encarrilada, Estíbaliz le trasladó a Edward sus intenciones a medio plazo: «Yo siempre dije que, si tenía un hijo, volvería a España por estar más cerca de mi familia y porque la cultura anglosajona de Canadá es más fría», señala ella. Todo eso se precipitó con la llegada de Alex. Sí, en esta historia aún faltaba un tercer protagonista: nació en Alberta, el día 4 de enero cumplió un año y ya ha pasado más de la mitad de su corta vida en Lanseros.
El nacimiento del niño de Estíbaliz y Edward (31) les llevó a buscar opciones: «Cuando nos conocimos, él también vivía ahí en medio de la nada y siempre nos ha gustado más la naturaleza que la ciudad. Teníamos claro que no nos apetecía Madrid y aquí estamos. Fue todo muy rápido para los dos», rememora la madre de familia. Ese «aquí» es la casa de sus abuelos paternos, el hogar rural donde también ha viajado desde Canadá el perro que ya compartían y que también se va adaptando.
No todo es idílico
Ahora bien, no todo está siendo fácil: «Cuando nos planteamos venir aquí, en mi cabeza era todo perfecto; todo en mi mente iba acorde al plan, pero la aclimatación está siendo más difícil de lo que esperaba en algunas cosas», reconoce Edward, que cita algunos de los retos que está teniendo que abordar: la obtención de los papeles, cuya tramitación va avanzando, el aprendizaje del idioma o la obtención de la licencia definitiva para conducir en España. No hay convenio con Canadá.
Con todo, el canadiense de Lanseros asegura que no lo cambiaría, aunque de momento sigue a la espera de conseguir un trabajo adaptado a su experiencia. En su país, se dedicaba al mantenimiento de trenes y ahora aspira a algún puesto similar o relacionado, en todo caso, con la mecánica. Estíbaliz, por su parte, sí que ha conseguido un empleo y está cubriendo una baja en una panadería de Mombuey: «No es de lo mío, pero puedo salir pronto para estar con el niño», subraya.
El futuro del niño
El pequeño Alexander Aaron Mandryk Carbajal asiste a la conversación con un permanente gesto de sorpresa y juguetea con sus padres antes de que la charla derive hacia su futuro: «Si estuviéramos Edward y yo solos, me quedaría aquí de cabeza, pero con él me lo estoy planteando. Si se pone malito, ya casi no hay otra opción que ir a Zamora«, asegura Estíbaliz, que percibe una cierta carencia de servicios y también de oferta de ocio para su hijo.
También Edward señala que a veces se le hace duro «hablar solo con una misma persona» todos los días, pero enseguida expresa su voluntad adaptativa. De momento, si nada cambia, los dos seguirán a corto plazo en Lanseros, como desde hace seis meses, en un movimiento contra la tendencia demográfica que ha llevado a la hija de aquellos niños que emigraron a la ciudad a regresar con una pareja y un bebé canadienses. Toda una venganza de una hija de la tierra contra el éxodo rural.