Hasta el año 2019 Ángela Rial y Paco Sánchez, una descendiente de catalanes y otro de madrileños, vivían y trabajan en Canarias, en negocios dedicados al turismo. Ella, entusiasta del Camino de Santiago, que había realizado varias veces en sus distintas vertientes, quiso dar un volantazo a su vida. A lo que Paco se sumó. «Empezamos a mirar» y dieron con el albergue de peregrinos de Fontanillas de Castro, que regentan desde hace unos cuatro años. Es uno de los dos albergues que llevan a cabo la llamada «acogida tradicional» a los peregrinos (junto con el de Tábara). Una acogida que ahora opta a convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
¿Qué tiene de diferente la acogida tradicional? «Que recibimos a los peregrinos como si estuvieran en casa», resume Ángela. Si hace frío, se les abriga y se les ofrece algo caliente. Y si hace calor, pues al contrario. «Hay gente que llega muy cansada y lo que nosotros hacemos es decirles: descansa, ya estás en casa». El albergue no tiene coste para los peregrinos, solo una especie de caja a la salida donde se deposita «la voluntad, lo necesario para mantener el albergue, lo que cada uno cree conveniente», asegura la pareja.
El albergue de Fontanillas es municipal y está gestionado por Ángela y Paco. Tiene doce camas, donde caben otros tantos peregrinos, aunque rara vez está lleno. «Lo hemos llenado tres veces», asegura el hombre. «Normalmente la afluencia de peregrinos no es tan intensa como para ocupar todas los sitios, «y a nosotros tampoco nos gusta, porque muchas veces ves que viene gente mayor que tiene que subir a las literas de arriba, y no es lo mismo, no es la misma comodidad», resume Rial.
«El año pasado pasaron por aquí personas de 44 nacionalidades diferentes»
Paco Sánchez, hospitalero de Fontanillas de Castro
El albergue tiene por lo demás lo necesario para reponer fuerzas y continuar el camino a Santiago. Una cocina, donde Ángela hace cena y desayuno para su pareja, para ella y para los peregrinos que se alojen. Dos baños, dos pilas para lavar la ropa y unas instalaciones exteriores que son más utilizadas en los meses de verano que en el invierno. «Los peregrinos marchan muy contentos, ese es nuestro premio. Siempre les hago una foto a la salida y todos sonríen. También les pido que me manden una foto cuando lleguen a Santiago y lo hacen encantados. Sentimos su triunfo como si fuera nuestro».
El albergue de Fontanillas recibe anualmente, en el tiempo que ha habido desde que lo gestionan Paco y Ángela, unos 800 peregrinos anuales. «No es mucho», reconocen, pero el Camino de la Ruta de la Plata «no está tan masificado como otros, es para gente que ya ha hecho otras rutas, más expertos». El año pasado pasaron por el pueblo personas de 44 nacionalidades diferentes. El más «extraño», un malayo. «Siempre digo que el Camino de Santiago es lo más cosmopolita que hay», asegura Ángela.
Los datos de los caminos
El año pasado llegaron a Santiago de Compostela un total de 442.000 peregrinos, según los datos de la Oficina del Peregrino, que han sido recientemente actualizados. Aunque Zamora es un cruce de caminos, el más importante de los que discurren por la provincia es el de la Ruta de la Plata. Este no tuvo un comportamiento tan bueno como el resto de los caminos, pues fue el recorrido por menos de 8.000 peregrinos, una caída de un 25% con respecto a los datos del año 2022.
La baja afluencia fue, de hecho, uno de los puntos tratados en el I Encuentro de Caminos Ruta de la Plata, que se celebró hace unos meses en Zamora. En este foro se analizaron las causas a la baja afluencia de peregrinos y se plantearon soluciones. La reunión contó con la presencia de la Diputación de Zamora, que se comprometió en trabajar para la promoción de los caminos de Santiago a su paso por la provincia.