La llegada del Año Nuevo estará de nuevo marcada por la celebración de las mascaradas tradicionales en cuatro pueblos de las comarcas de Aliste y Tábara. Ritos ancestrales que se ponen en escena una vez más como muestra de tradición en los pueblos, de pervivencia de las costumbres rurales y como símbolo de resistencia de los que allí siguen. Demonios, filandorras, galanes y madamas escenificarán, una vez más en las calles, la eterna lucha entre el bien y el mal.
Los que más madrugan son los Diablos de Sarracín de Aliste, que inician su día a las nueve y media de la mañana. Terminada la misa saldrán a recorrer las calles y las casas en una representación que se alarga durante varias horas, que tiene varios descansos y que tiene en la calle a los vecinos durante todo el día hasta que, a última hora, se culmina con la Obisparra en la plaza.

Las más populosa de las mascaradas de Año Nuevo es la Riofrío de Aliste. Los Carochos inician su día a las doce del mediodía con su espectacular y ruidosa salida seguidos de una retahíla de personajes que protagonizan, antes del mediodía, una obra de teatro en plena calle en la que los asistentes juegan un papel esencial. La mascarada recorre el pueblo durante todo el día con varios momentos destacados. Entre ellos, el cruce del río por parte de los Diablos. Esta mascarada es Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y León.
El día continúa con los Cencerrones de Abejera de Tábara, que este año estrenan la concesión de Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y León. Saldrán a la calle por la mañana para pedir el aguinaldo y por la tarde, a las cuatro, se realizará la representación en la plaza del Fornico. Y el día acabará con los Carucheros de Sesnández de Tábara, que inician su recorrido a las cinco de la tarde, ya prácticamente de noche.

