Cuatro portales a los que, muchos días, no es posible acceder en coche. Los vecinos de la calle de Botero de Morales del Vino viven cada invierno una situación rocambolesca que en ocasiones les impide aparcar sus vehículos junto a las puertas de las viviendas, una situación que influye en el día a día y que afecta, principalmente, a personas mayores o con movilidad reducida. A la calle se puede acceder caminando, pisando cemento, a través de un paso estrecho por el que puede entrar una silla de ruedas, pero no un vehículo. Para entrar en coche hay que atravesar una parcela particular en la calle del Cura, donde el paso de los vecinos ha venido a establecer un camino que nadie mantiene y que cada invierno se embarra, impidiendo circular con normalidad. Así año tras año.
Los vecinos aseguran que, cuando se edificaron las casas, la previsión era que esos portales dispusieran de una salida adecuada al viario público. Los garajes se encuentran en la calle del Cura y ahí sí se puede acceder sin problema, pero entrar con un vehículo hasta cerca de las puertas peatonales es imposible. Situación que provoca problemática cuando a la zona se tiene que desplazar un vehículo de grandes dimensiones como una ambulancia o como un camión de mudanzas como el que, hace semanas, quedó atascado en la zona.
No hay soluciones a la vista y el problema es recurrente. La parcela por la que ahora se accede es privada, aunque una interpretación de la ley, la que hacen los vecinos, indica que hay ahí una servidumbre de uso para los residentes que acceden a sus portales por esa zona. Otra realidad es que el propietario podría vallar sus terrenos y evitar el paso de vehículos. «No pedimos nada extraordinario: un mínimo de sensibilidad, responsabilidad institucional y solidaridad vecinal. Que las prioridades públicas dejen de ser un mero ejercicio retórico y se traduzcan en soluciones reales. Solo hace falta voluntad política y un compromiso genuino con el bienestar de quienes vivimos aquí», asegura Lidia Rey, vecina de la zona. La polémica ha saltado estos días a las redes sociales donde los vecinos han iniciado una campaña de difusión para que el resto del pueblo sea consciente de las dificultades diarias a las que se están enfrentando.
Los vecinos no piden siquiera una calle al uso. «Es suficiente con echar un poco de zahorra», dicen, para que no se formen los charcos que actualmente se forman cuando llueve y para que el acceso tenga un mínimo de estabilidad para vehículos más grandes. «Nada que no se solucionara encontrando a los propietarios de las parcelas y llegando a un acuerdo con ellos», apuntan en la zona.

En el vecindario se preguntan cómo se ha podido llegar a esta situación. La promoción de viviendas data del año 2008, de justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, y los vecinos no entienden cómo se pudo construir un bloque de casas en las que no estuviera garantizado el acceso en coche hasta la misma puerta de casa, máxime cuando hay posibilidad para ello. «Da la sensación», dicen, «de que en esos años valía todo». Ni siquiera les vale la evidencia de que, al comprar las viviendas, muchos ya sabían lo que había. «Siempre se dijo que habría, en el futuro, salida por la calle del Cura», insisten los vecinos.
No es el único problema en el barrio. Justo ahí, en la calle del Cura, hay una promoción de chalets adosados que se quedó a medio hacer con el estallido de la burbuja. Están en un avanzado estado de construcción, pero nunca se han terminado, sobre todo por dentro. Aunque sí tienen elementos de cierto valor. El Ayuntamiento, en un intento para favorecer la seguridad en la zona, ha cerrado las puertas de los portales, que estaban abiertas, pero los cacos que antes entraban directamente por la puerta ahora entran desde los terrenos colindantes y se meten dentro de las viviendas. En las últimas semanas los vecinos han detectado varias internadas y, en una de ellas, las personas que entraron robaron varias persianas de las casas.

Los edificios, según explicaron en su día fuentes del Somacyl, han pasado de la Sareb a otra empresa pública con la intención de que el Estado acabara las obras y habilite en la zona vivienda pública. Una actuación que planteó la propia Junta aunque finalmente no cristalizara por esta vía, que hubiera sido seguramente más rápida. Las casas, algunas de ellas en venta, también datan de los años previos al estallido de la burbuja.
