Hay nota de prensa y vídeo. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) ha publicado en los últimos días, tanto en su web como en redes, una información en la que celebra que, desde 2018, los municipios españoles de menos de 5.000 habitantes en su conjunto van en una tendencia de crecimiento demográfico. La propia titular de la cartera, Sara Aagesen, aparece en unas imágenes en las que destaca que los pueblos «vuelven a generar oportunidades» y que «consolidan» un escenario positivo.
No en vano, según el dato facilitado por el propio Ministerio, en este periodo de siete años, los municipios españoles de menos de 5.000 vecinos han ganado en torno a 160.000 habitantes, un dato que suena bien, pero que tiene bastantes matices. Basta con hacer un análisis por provincias y colorear de rojo a las que pierden población en los ayuntamientos pequeños y de verde a las que ganan. El resultado es el siguiente: una brecha este-oeste evidente.
Efectivamente, el Gobierno no miente. La tendencia general en los municipios de menos de 5.000 habitantes es de crecimiento, pero el oeste del país continúa en números rojos. Eso incluye a todas las provincias de Galicia, a Asturias, a Extremadura, e incluso a Huelva y a Cádiz. También hay que sumar a varios territorios del centro de Andalucía y del sur de Castilla-La Mancha. Y, por supuesto, a Castilla y León, donde solo se libra Segovia. Burgos aparece con un curioso 0 exacto.
En Zamora, por ejemplo, en estos siete últimos años, la caída ha sido de 6.023 personas entre sus municipios de menos de 5.000 habitantes, que son todos menos la capital, Benavente y Toro. Mientras, Badajoz o León han perdido más de 10.000 vecinos en estos municipios pequeños, al contrario, por ejemplo, que Barcelona, con un repunte de 23.831 hombres y mujeres en sus ayuntamientos por debajo de esa cifra de empadronados, o del eje Madrid-Toledo-Guadalajara, al abrigo de la capital, que sumó 66.914, siempre teniendo en cuenta solo a los municipios de menos de 5.000.
El este, de verde
El crecimiento también se percibe con nitidez en las zonas orientales de todo el país. La franja es verde desde Girona hasta Almería, incluyendo las Islas Baleares. «Este incremento es debido fundamentalmente a la llegada de nuevos residentes a estos municipios», destaca el Ministerio, que asegura que 2018, el año en el que el PSOE regresó al Gobierno, «marcó un punto de inflexión». Quizá lo hizo para algunos territorios, pero no para un oeste que se sigue desangrando por una multitud de heridas pequeñas en sus localidades.
En estos momentos, el Miteco está trazando la nueva estrategia para afrontar el reto demográfico en los municipios que siguen perdiendo población. En lugares como Zamora y todo su entorno occidental, a pesar de los saldos migratorios positivos, la gente sigue esperando resultados positivos.
