La puerta de la iglesia de San Martín de Tours, en Aspariegos, se mantiene entreabierta a última hora de la mañana del viernes. Fuera, no deja de llover; dentro, un grupo de personas comenta la jugada después de ultimar los preparativos para lo que sucederá al día siguiente. Al pasar, uno se topa con decenas de bolsas bien ordenadas sobre las sillas, listas ya para los invitados que llegarán a partir de las seis de la tarde del sábado. Y allí, al pie del altar, charlan Susa, Maite, Ramón, Nieves y Ángel.
Todos ellos forman parte de Grajalejo, la pequeña revolución que llegó a Aspariegos hace cuatro años. Esta asociación lleva el nombre de una población antigua que se asentaba en la zona y se ha consolidado enseguida como herramienta dinamizadora de la localidad. Pero antes del colectivo formal vino el coro, el germen de todo. Y este sábado, el protagonismo es para los que cantan. Aquí, en el mismo templo donde se desarrolla la charla, tendrá lugar el certamen de villancicos Espigas. Será la vigésimo cuarta edición, y se esperan 150 participantes de nueve pueblos.

Con todo, cuando tiene lugar este encuentro, aún faltan más de 24 horas para la música. Queda tiempo para charlar de la dinamización de la vida en los pueblos con la excusa del evento que preparan las personas que han decidido echarse a las espaldas el proyecto de Grajalejo. Como portavoces, lo cuentan su presidenta, Maite Escalante, y su secretaria, Susa Bratos, que comentan primero lo evidente sobre el lugar que acogerá el certamen: el templo es coqueto, pero pequeño. Habrá que apretarse.
Y es que esto de hacer cosas por los pueblos también va de aceptar la realidad, convivir con ella y trabajar para hacerla mejor día a día. «Nosotros, cuando empezamos, éramos solo catorce», señala Maite, una mujer enérgica y resuelta que subraya que, a falta de manos, había que trabajar. Y así lo hicieron. Arrancaron después de la pandemia y ahora tienen un calendario que casi agobia: «Alubiada en San Antón, el día de los enamorados, las sopas del Viernes Santo, las excursiones del verano…».
«Aprovechamos cualquier excusa para hacer cosas, porque dentro de los pueblos es muy importante no estar solos. La soledad es muy mala, así que procuramos vernos», resume la presidenta del colectivo de Aspariegos, que vuelve a la lista: «Hacemos todo tipo de eventos gastronómicos o culturales; conciertos, una marcha solidaria en el buen tiempo, cursos, talleres para hacer jabón…». «Este pueblo ha tenido varias asociaciones que, por lo que sea, se han acabado. Nosotros pretendemos que esta siga», resume Maite.
De momento, tras el empuje de los catorce primeros, ya son cien en la asociación. No está mal para un pueblo con 222 vecinos censados, un puñado menos en el invierno: «Lo que pasa es que muchos viven en Valladolid, en León, en Madrid, en Sevilla…», lamenta Maite, que sí destaca la voluntad de colaborar de sus compañeros, pero que subraya lo obvio: cuando hacen falta manos, como es el caso de este viernes, las ponen los que están.
Todo esto es lo que hace Grajalejo como asociación cultural, pero es el coro el que toma el protagonismo en el certamen: «Dos años antes de montar la asociación ya cantábamos», advierte Susa, que explica que el colectivo formal se creó precisamente para participar en eventos como este de Espigas del que ahora serán anfitriones. «Nos toca abrir el evento literalmente. O sea, empezar a cantar antes de que hable nadie», indica Maite.

Su compañera asiente y aclara que casi todo el repertorio que maneja el grupo, que actúa en las iglesias y fuera de ellas, va ligado a la tradición de la provincia. De hecho, el villancico con el que abrirán fuego este sábado es de Villalube, y los dos que cantarán al cierre proceden de la parte de Aliste. Los doce miembros del coro, ocho mujeres y cuatro hombres, llevan preparando la función desde octubre con un ensayo por semana. Solo queda disfrutarlo.
El certamen, en directo
Para la gente que quiera verlo y no pueda acercarse (o no quepa), la organización emitirá el certamen entero en Youtube. «Y repetido todas las veces que quiera», apostilla Maite, que ríe al señalar que los eventos de otros años «no han estado mal», pero que el de Aspariegos será otra cosa. Lo que resulta palpable es que el certamen pasará y Grajalejo no se detendrá. El calendario manda: la alubiada en San Antón, el día de los enamorados, las sopas del Viernes Santo, las excursiones del verano…
