Las manos de 137 personas han colaborado en los últimos meses para reivindicar la historia del barrio de Olivares. A lo largo del barrio se han instalado nuevos murales cerámicos, creaciones realizadas por personas «que hasta hace un año no habían trabajado nunca con la cerámica» y que, tras participar en la actividad formativa impulsada por el Ayuntamiento de Zamora, han adquirido las suficientes mañas para empezar a adentrarse en este mundo.
Una de las personas que hay detrás del proyecto es Víctor Hernández, que apuntaba que uno de los objetivos que respaldan la iniciativa es el intento de “trasladar los valores de la artesanía con ganas de renovarla y llevarla al futuro”. Este es el segundo año en que se ponen en marcha estos talleres artesanos en los que han participado este año 137 personas que han contribuido a dar forma a estos mosaicos que los zamoranos y visitantes podrán descubrir y disfrutar cuando paseen por el barrio de Olivares.

Junto con pequeños mosaicos que se pueden encontrar desperdigados por las aceras, coexisten otros de mayores dimensiones que proponen al visitante una mirada en la que se “generen conexiones humanas más allá del individualismo de la sociedad”, expresaba Hernández.
Durante la presentación, la concejala de Cultura, María Eugenia Cabezas, ha señalado que este trabajo persigue poner en valor y recuperar el trabajo artesano y recordar qué hacían algunos alfareros hace años. “Son intervenciones que combinan colores y motivos típicos de la alfarería tradicional de Olivares con otras tendencias más actuales”. La responsable de Cultura ha apelado al civismo de los ciudadanos, ya que en los últimos días han desaparecido algunas de estas obras.
En la misma línea que se ha llevado a cabo este proyecto el Ayuntamiento y los impulsores del taller cerámico trabajan en una iniciativa con carácter más permanente, que se llevará a cabo presumiblemente en la calle de San Torcuato y donde se busca reforzar el aprendizaje de este tipo de oficios manuales, más necesarios ahora que nunca por el empuje de las nuevas tecnologías. «Patrimonio analógico de Zamora», aseguraba Hernández, «que hay que conservar» difundiéndolo entre la población.

