Juanma Lamet (Sevilla, 1983) vino a Zamora a hablar de la España que se construyó tras la muerte del dictador Francisco Franco y terminó por analizar temas del presente en su propia alocución y en las respuestas a las preguntas del público que se congregó para escuchar sus palabras en las dependencias del Teatro Ramos Carrión. El periodista de El Mundo fue el protagonista de la segunda de las conferencias del ciclo «50 años de España en Libertad», una charla presentada por uno de los profesionales de esta casa, Diego G. Tabaco.
En ese marco, Lamet lanzó varios mensajes en defensa de los acuerdos alcanzados en un tiempo de zozobra y que aún hoy sostienen gran parte del armazón democrático en el que se apoya el país cincuenta años después: «En plena erosión frentista, reivindico la institucionalidad como el mayor legado de la Transición», destacó el periodista, que consideró «la muerte del tirano, del dictador Franco» como el primer paso para el cambio en España, pero que citó, a continuación otros tres hitos clave: la ley para la reforma política, la legalización del Partido Comunista y la aprobación de la ley de amnistía.
Según Lamet, sin eso, nada se habría sostenido: «La Transición fue un éxito ineludible a pesar de sus carencias. Todos cedieron algo para maximizar el resultado», recordó el periodista, que insistió en situar la concordia institucional como «el logro más olvidado» y a la propia institucionalidad como «el eje vertebrador del contrato social» que amarra la democracia. Todo, desde tres conceptos clave: transacción, reconciliación y traslación.
«Hablamos de una componenda bien hecha y de un armisticio histórico. Se dieron la mano y fueron juntos los distintos», recalcó Lamet, que se reconoció entre quienes cargaban contra las formas de la Transición en las plazas del 15M, pero que admitió que el tiempo, el trabajo y la lectura le han dado otra perspectiva de lo que fue «la hazaña heroica» del montaje de la democracia. «Uno piensa que la concordia ahora es imposible, pero imagina antes cuando la herida estaba abierta», deslizó el periodista de El Mundo.
Lamet puso el acento en la capacidad para entenderse de personas con posturas aparentemente irreconciliables y elogió también el papel de los movimientos sociales a la hora de empujar a los políticos a darse la mano. «Gracias a eso conseguimos también una Constitución con un cariz muy social. De hecho, como decía Julio Anguita, lo verdaderamente revolucionario ahora sería cumplirla», abundó el ponente, que citó también al escritor Javier Cercas, con quien comparte que «la Transición fue un apaño y un éxito parcial», que «se hizo lo mejor que se pudo».
«La visión hagiográfica es tan peligrosa como la de los que hablan del candado del 78. Ni fueron santones de aureola ni los mismos perros con distinto collar», opinó Lamet, que incidió en la pertinencia de defender lo que se hizo sin blindarlo como algo inamovible. Por ejemplo, «en 1977 era imposible abrir las cunetas para sacar a los muertos de las fosas, pero no hacerlo en 2025 parece intolerable», señaló el periodista.
«La extrema derecha busca la demolición»
Básicamente, según Lamet se trata de combinar «el ardor crítico con la constatación de la importancia de las instituciones y el orden constitucional», y más ante «el avance anti político de una extrema derecha que busca la demolición». «Ahora, hace falta más altura de miras, más respeto, más lealtad entre las cámaras, más colaboración entre las comunidades y el Estado», repasó el interviniente, que hizo una última reflexión al hilo de los acuerdos de la Transición: «Entonces, la izquierda cedió en lo accesorio, pero la derecha franquista en lo esencial, que fue pasar a un régimen democrático».
Para cerrar, Lamet puso como ejemplo el primer encuentro entre el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y el recién retornado político catalán Josep Tarradellas: del conflicto al acuerdo: «Es un ejemplo más de tantos distintos que se esforzaron por dejar a un lado sus diferencias. Ahora, estamos en un momento crucial para volver a entendimientos sólidos, porque el fantasma de la ultraderecha xenófoba recorre Europa y amenaza con crecer aquí y erosionar mucho las instituciones», remachó el periodista, que atendió luego a los asistentes para hablar de política actual y de la esperanza de unos pactos futuros que ahora no se vislumbran en el horizonte.
