La Diócesis de Zamora ha hecho hoy públicas sus cuentas y ha sacado pecho por una manera de funcionar que, entienden sus responsables, acerca a la institución a la eficiencia económica, gestionando el dinero bajo «criterios empresariales» que puedan ser aplicables pero sin perder de vista que la Iglesia debe cumplir una labor social que va más allá de las cuentas de resultados. La Diócesis celebra así unos beneficios financieros, ha asegurado el ecónomo, José Manuel Chillón, de 800.000 euros. La institución dice funcionar con 210.000 euros mensuales que se reciben desde la Conferencia Episcopal (derivada de los ingresos aportados por personas que marcan la X de la Iglesia en su declaración), una cantidad que ha obligado a «ajustar el cinturón» a los gestores y a buscar «fórmulas alternativas» para desprenderse del gasto «innecesario» y conseguir, si cabe, beneficio. Todo esto manejando un capital que, según las mismas fuentes, oscila entre los diez y los doce millones de euros.
El obispo de Zamora, Fernando Valera, ha asegurado que la labor del equipo que él dirige, «un camino de transparencia y buen gobierno» como ha definido, es «romper con las dinámicas instaladas en el conformismo, con estructuras que se han acostumbrado a vivir como una lombriz, bajo tierra y en la oscuridad. No es fácil», ha apuntado Valera, «que la cizaña que hay en el campo no nos arañe», y en este dirimir, ha confesado, «están produciéndose costes».
«Es fácil que una Iglesia que tiene mil años se asiente en el pensamiento de que las cosas siempre se han hecho de la misma manera», ha continuado Valera, que ha asegurado que cuando él se convirtió en obispo la Diócesis tenía «un déficit estructural de 650.000 euros, que estaba ahí, todos los años». Un déficit que, atendiendo a las explicaciones económicas de los responsables de la institución, obedecía principalmente al hecho de que la Diócesis tiene un gran número de edificios a los que no se estaba sacando rendimiento alguno. Y se ha puesto un ejemplo concreto: el Seminario de Toro. «En 25 años generó unos costes de un millón de euros. Ahora hemos conseguido unos ingresos por parte del Ayuntamiento de Toro, el edificio se abre, tiene una labor social y hemos perdido el gasto. Es emblema de lo que tenemos que hacer».
La Diócesis ha remarcado «la transparencia» en sus cuentas: «Cuando una casa es de cristal, como esta, muestra todo lo que hace y está abierta a las críticas». Según Chillón, la institución se está desprendiendo de inmuebles que no tenían «labor evangelizadora» y que suponían un gasto, algo que se está haciendo «a precio de referencia catastral, sin buscar el negocio»; y se están obteniendo unos rendimientos por alquileres que antes no entraban. «Hemos puesto a trabajar a los edificios para tener una economía más saneada».
Tanto el obispo como el ecónomo han defendido la labor colegiada en lo referente a la gestión económica. «Nada se hace porque lo diga el obispo, todo se hace con la opinión del equipo de gobierno» de la Diócesis. «La economía lo impregna todo», es «un medio para ser santos».
Los números de la Diócesis
La Diócesis ingresa y gasta 4,65 millones de euros anuales. Por lo que respecta a los ingresos, las aportaciones de los fieles ascienden a 33.504 euros, la asignación del Fondo Común Interdiocesano es de 2,84 millones, los ingresos derivados del patrimonio son de 787.770 euros y el capítulo de otros ingresos corrientes se eleva a 886.060 euros. Unos ingresos ordinarios de 4,5 millones a los que hay que sumar otros 101.684 de ingresos extraodinarios.
Por lo referente a los gastos, la principal partida, de 1,29 millones de euros, es la retribución del clero. La retribución del personal seglar asciende a 952.000 euros y la conservación de edificios y gastos de funcionamiento, a 980.190 euros. Las acciones pastorales suponen unos ingresos de 160.930 euros. Cantidades a las que hay que sumar 1,91 millones de euros del capítulo de capacidad financiera y 70.639 de gastos extraordinarios.
