El aroma de las panaderías de toda la vida recibe al visitante que pone un pie en este negocio llamado Productos Villar. A la vista, aparecen más cosas: casi de todo lo que cabe esperar en una tienda de alimentación, pero basta con fijarse un poco para entender que la especialidad sigue siendo la de siempre: barras, hogazas, pastas, mantecados, cocos, rosquillas, magdalenas… Todo se vende aquí y se elabora al fondo de un local que echó a andar hace más de medio siglo de la mano de un hombre llamado Miguel, que continuó con el hijo de este, Félix, y que ahora tiene nueva dueña.
Ella es la que recibe ahora a la visita casi a última hora de la mañana del primer martes de noviembre. Su nombre es Marta, de apellido Villar, como sus predecesores, y se trata de la nieta de Miguel, la mujer que ha decidido coger el relevo de esta panadería y tienda de alimentación ubicada al pie de la carretera que atraviesa Almeida de Sayago. «Estaba trabajando en otro sitio y dije: para que el negocio familiar se cierre funcionando, me quedo yo y continúo la andadura», aclara la responsable del establecimiento.
Es fácil decirlo, pero conviene hacer algunos matices para poner de manifiesto que no resulta tan sencillo dar el paso. Para empezar, cuando el abuelo Miguel montó el negocio, Almeida tenía más de mil vecinos, como el triple de los 402 con los que cuenta ahora. Y para seguir, Marta Villar se marchó en su día a estudiar fuera, a formarse a la Universidad y a licenciarse en Biología. Echar sobre sus hombros el legado familiar implica apartarse definitivamente del sendero profesional abierto por esa titulación.

Todo eso lo valoró Marta. Y, aún así, decidió apostar por lo de siempre: «No imaginaba que me iba a quedar con esto, pero al final es algo que hemos mamado desde siempre. Hemos crecido aquí. Es verdad que la vida te lleva por otros caminos, pero ahora mismo estaba trabajando en la recepción del hotel y del balneario y me dije: bueno, ya está, vamos a empezar con esto», analiza la sayaguesa, que apuesta por quedarse en la tierra: «De otra manera, se van perdiendo negocios, se cierran y no se abren, y los pueblos se quedan vacíos», apunta.
A priori, el suyo tiene cuerda para rato. Con la nueva mirada que trae la nueva dueña y con la identidad que le dieron en su día sus abuelos, que se mudaron desde Mámoles y Palazuelo para hacer el pan en esta localidad y para poner de moda los dulces típicos y unas «rosquillas pequeñitas» que han dado paso ahora a una variedad algo más grande: «Seguimos con ello», recalca Marta Villar, que enumera la lista de productos y que subraya que, con esto, no parte de cero. Lo aprendió desde pequeña. El cambio es que ahora es su día a día.

¿Y la respuesta de los vecinos? No hay queja: «La gente estaba preocupada por si se cerraba la tienda. Tenemos muchos clientes de los pueblos de alrededor y no sabían qué iba a pasar. Siempre que me veían me preguntaban si iba a continuar o si se iba a quedar Alicia, la trabajadora que tengo», recuerda Marta. Con el misterio resuelto, todos contentos. También los hermanos de la nueva dueña, que ven cómo la historia familiar continúa. No en vano, cada candado puesto sobre un establecimiento tradicional de esta índole es una puñalada para quienes lo vieron crecer. Aquí, su pariente les ha ahorrado el disgusto.
Un servicio total
Marta Villar cuenta todo esto desde el obrador donde comienza a trabajar cada día a las seis de la mañana, pero pronto sale a ponerse mano a mano con Alicia en la tienda. Empieza a haber jaleo. La gente se lleva el pan, claro, pero también muchos otros artículos: «En el fondo, esto es un pequeño supermercado. Hay alimentación, conservas, embutido, fruta, bebidas, droguería…», enumera su responsable, que destaca la importancia de prestar «un servicio completo» para Almeida.
Dentro de eso, caben también algunas novedades. Por ejemplo, Productos Villar está empezando a incorporar el pan integral y aspira a abrir venta de sus dulces en alguna tienda de Zamora. Si usted vive en la capital de la provincia, podrá fijarse en un logo con unos sayagueses vestidos de gala. Esa es la marca identificativa. Y así seguirá siendo de la mano de la tercera generación.
