Técnicos de Medio Ambiente han recogido en las Lagunas de Villafáfila al menos un cadáver de ave, que ha sido trasladado a los laboratorios centrales de Algete para comprobar si, como sucediera en varias de las aves analizadas a comienzos de este verano, presenta gripe aviar. Es el único animal que los técnicos de momento han podido recoger para proceder a su análisis. Los observadores se han percatado en las últimas semanas de la existencia en la zona de varias grullas con sintomatología compatible con la gripe aviar (caminando en círculos, que es uno de los indicadores más usuales de la enfermedad), pero aún estaban en capacidad de huir y escaparon antes de ser capturadas. También han aparecido grullas de las que ya se habían alimentado otros animales carroñeros, lo que las hacía no aptas para ser analizadas.
La analítica no tardará en llegar y, de confirmarse, vendrá a constatar lo que ayer transmitió la Junta a los agricultores y ganaderos zamoranos, y es que hay sospechas muy serias de que la gripe aviar haya llegado ya a Zamora. Por segunda vez este año, cabe constatar, porque el informe sobre la enfermedad que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ya recoge la existencia de al menos siete animales contagiados recogidos este año en la provincia de Zamora, todos a comienzos del verano. Fueron dos tarros blancos, cuatro ánades frisos y un ansar común.
El avance de la enfermedad, cuya transmisión a humanos no preocupa, es un hecho en las últimas semanas. Los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que es el que centraliza la información en este particular, indican que a fecha de 28 de octubre de este año se han contagiado de gripe aviar más de 74.000 aves de corral en catorce focos diferentes. El último fue confirmado a finales del mes pasado en una explotación de más de 50.000 pollos en Ataquines, Valladolid. La provincia vecina es la que más preocupa y la que más focos ha comunicado hasta el momento en lo que va de año: un total de catorce en granjas de gallinas ponedoras, gallinas camperas y broilers (pollos de engorde). Además, este año, se han registrado dos brotes en Huelva (granjas de pavos de engorde), dos en Toledo (gallinas reproductoras y ponedoras) y uno en las provincias de Badajoz, Guadalajara y Madrid.

Todos los brotes registrados en Valladolid en las últimas semanas se encuentran en localidades cercanas entre sí (La Zarza, Olmedo, Aguasal y, por último, Ataquines). El último foco está en un radio de menos de diez kilómetros del de Olmedo, que a su vez registró el foco inmediatamente anterior. Las sospechas, confirmadas después, comenzaron con un leve incremento de la mortalidad y se confirmaron después con las preceptivas pruebas. Las aves han sido sacrificadas y destruidos sus restos y se han inmovilizado las explotaciones que se encuentran dentro de la zona restringida en un radio a tres kilómetros de la granja en cuestión. En Zamora, cabe recordar porque así lo apuntaron ayer las autoridades, las 52 explotaciones existentes están libres del virus.
La circulación de los virus de la influenza aviar no es un fenómeno nuevo, ya que se trata de una enfermedad de distribución mundial, si bien los distintos tipos de cepas se distribuyen de forma heterogénea. Es por esta razón por la que en España existe un programa nacional de vigilancia basado en el riesgo, que tiene en cuenta la alta variabilidad genética del virus y que incluye un sistema de vigilancia activa y pasiva, tanto para aves domésticas como silvestres.
A pesar de que estas situaciones pueden provocar cierta alarma entre la población, las autoridades tratan de dejar claro que este positivo no supone ningún riesgo para la salud pública, dado que la variante del virus que está circulando este año por Europa «no posee una capacidad significativa de transmisión al ser humano, así como que el agente patógeno no puede ser transmitido a través del consumo de carne de ave cocinada, huevos o productos derivados de estos». Se han observado históricamente casos de personas contagiadas, pero se trata de personas que han tenido una exposición muy prolongada a animales infectados.
Independientemente de este hecho, y de que, según los expertos en sanidad animal, el riesgo de contagio entre los trabajadores expuestos a animales enfermos es bajo, desde la Junta de Castilla y León se recomienda intensificar las medidas de bioseguridad en las granjas avícolas, comunicar de inmediato cualquier sospecha y minimizar el contacto con aves silvestres que muestren síntomas o estén muertas para evitar la dispersión.
