Antes de la manifestación del sábado 27 de septiembre en Madrid, el responsable de COAG en la zona de Sanabria y La Carballeda, José Manuel Soto, advertía de la pertinencia de seguir batallando, aunque fuese «contra una pared». Pasada esa movilización en la capital de España, la sensación generalizada es que el símil realizado por el sindicalista parece bastante atinado. Las movilizaciones no hacen mella ni en el Ministerio de Transportes ni en Renfe. Y ahora aparecen por delante meses que exigirán compromiso para mantener la llama prendida.
Lo cierto es que, desde que Renfe anunció la supresión de frecuencias matinales a mediados de mayo, las quejas y las movilizaciones han sido continuas en la provincia. Antes de que la reestructuración se concretara, las concentraciones celebradas frente a la estación de Otero y la terminal de Zamora reunieron a miles de personas indignadas con el movimiento del operador ferroviario, ejecutado con el respaldo del Ministerio. No hubo forma de dar marcha atrás.
En esas mismas semanas previas a la confirmación del cambio horario, que entró en vigor el 9 de junio, también se produjeron reuniones de los responsables del PSOE de Zamora en Madrid, e incluso del presidente de la Diputación, Javier Faúndez, con el máximo dirigente de Renfe, Álvaro Fernández Heredia. Nada. Lejos de dar su brazo a torcer, el responsable del operador inició una ruta por los medios de comunicación para justificar su decisión. También usó las redes sociales para tratar de convencer – con escaso éxito entre los afectados – de la bonanza de los cambios.
En paralelo, se celebraron reuniones de la mesa del AVE de Zamora y de todos los agentes implicados en la causa. Esta segunda, en la Diputación, fue en la que se acordó parar cinco minutos el 17 de junio y organizar una manifestación en septiembre en Madrid, la que tuvo lugar el sábado. La sensación es que los más de cien días que transcurrieron entre la supresión de paradas y la movilización ayudaron a enfriar los ánimos. A la capital de España acudieron unas mil personas.
Pero es que, antes de eso, también hubo manifestaciones en Villardeciervos o en A Gudiña, y otras acciones reivindicativas como la de «Renfe entierra Sanabria por quince minutos» que fue a Otero, a Zamora, a Vigo, a Madrid y a Bruselas. También frente a la estación de alta velocidad de la comarca, la asociación de Viajeros Jodidos convocó una última gran movilización en verano, el pasado 9 de agosto, para sumar las voces de los vinculados a las de la gente de la tierra.
Con todo, la implicación social no ha conseguido mover ni un milímetro del sitio a los responsables políticos. Renfe ya ni menciona el tema, da la discusión por amortizada. Sí lo hace, ante las preguntas parlamentarias, el ministro de Transportes, Óscar Puente, que ha querido subrayar en alguna ocasión que el AVE «es un sistema comercial, no un servicio público, y está destinado a mover a personas en entornos importantes de población».
Los carteles en los pueblos
Mientras, la gente afectada mantiene un malestar más reposado y los pueblos continúan plagados de carteles, señales y pintadas que aluden al recorte ferroviario. El «si no para no pasa» sigue siendo el eslogan más común en las comarcas noroccidentales de Zamora. Allí, ahora, solo queda la vía de la persistencia. Entrados en el otoño, no hay noticias de cambios y se confirma que Sanabria tendrá que esperar una nueva ventana de oportunidad para reclamar lo perdido.
Por el momento, no hay nuevas movilizaciones importantes previstas en el horizonte. Habrá que ver qué sale de las próximas reuniones de la mesa del AVE o aguardar los movimientos de la Alianza UPA-COAG. El calendario de reivindicaciones se ha cubierto según lo previsto y lo que ha ocurrido es lo que muchos esperaban con resignación. Los trenes que demandan los vecinos que quieren moverse por la mañana siguen pasando sin parar.