Ya sea intencionado, accidental o por negligencias, el factor humano se encuentra detrás de la mayoría de los incendios forestales que suceden en España, y también en Zamora. Tras declararse un fuego, el Seprona siempre investiga las causas, determina dónde se ha iniciado, las causas probables e intenta encontrar a los responsables para ponerlos delante de un juez, aunque la realidad es tozuda en este sentido. En Zamora, como sucede en Castilla y León y en el conjunto del país, quemar el monte suele quedar impune. Los datos lo demuestran y atestiguan que solo una pequeñísima cantidad de los fuegos intencionados acaban con el responsable en el banquillo de los acusados y en sentencia posterior.
Según los número que la propia Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León publicó en el Plan Anual de Prevención, Vigilancia y Extinción de Incendios Forestales para el año 2025, 396 de los incendios forestales declarados en la provincia de Zamora durante el decenio 2015-2024 fueron intencionados. Un importante porcentaje que se traduce en número de condenas ínfimo. Y es que, según los datos de las memorias anuales que elabora la Fiscalía General del Estado, que recoge datos por provincias y categorías del delito, apenas se han registrado sentencias en este sentido. En el mismo periodo de tiempo se han incoado diligencias por delito de incendio forestal en 229 ocasiones (incluyen negligencias, accidentes y lo que interesa en este caso, fuegos intencionados). Se han traducido en once sentencias condenatorias. En el resto de personas resultaron absueltas. Ser condenado por provocar un incendio es prácticamente imposible.

Detrás de estas cifras se esconden diversos factores. Por ejemplo, es más sencillo que acabe frente al juez el causante de un gran incendio que el de uno de más pequeño tamaño aunque el delito, de entrada y sin entrar en las consecuencias posteriores, sea el mismo (prender el monte de forma intencionada). La realidad es que hay muchos incendios que se quedan en conatos y que en la práctica, carecen de interés policial porque no han acarreado pérdidas económicas relevantes, no han afectado a terceras personas ni han tenido mayor incidencia sobre la seguridad ciudadana. Cuando un fuego consume cientos o miles de hectáreas, causa pérdidas económicas o, en el peor de los casos, pérdida de vidas humanas, las investigaciones son más exhaustivas. Sirva como ejemplo el incendio de Puercas del pasado agosto, cuando se detuvo a una persona como supuesto responsable por haber arrojado vidrio a una parcela en la que, según la versión de la Guardia Civil, había basura depositada de forma ilegal.
Las causas humanas de un incendio van desde los accidentes –en los que no era previsible que se provocara–, a las negligencias –cuando se realiza una actividad que puede terminar en fuego o no se han tomado medidas de seguridad– o la intención, es decir, prender el monte con la única intención de que arda.
Según los datos de la Junta, en 27 pueblos de la provincia se han producido al menos cuatro incendios intencionados en el último decenio. Donde más se han registrado (estos datos abarcan hasta el verano del año 2024, no cuentan lo sucedido este verano) es en Pedralba de la Pradería, donde se han producido 25 incendios intencionados. En Galende, Rabanales y San Justo han sido 23; en Robleda, 21; en Hermisende, 14; en Cobreros, 13, igual que en Rosinos de la Requejada; mientras que en Justel, Palacios de Sanabria y San Vicente de la Cabeza han sido once los fuegos provocados en lo que abarca la estadística.
En la provincia, según los datos de Medio Ambiente, la causalidad en cuanto a las zonas con mayor concentración de incendios es principalmente “intencionado” con un 78% con una motivación principal “Motivaciones relacionadas con prácticas tradicionales”. Luego con un 12% están las “negligencias”. Siguen las causas “Accidental” con un 4% y los rayos, con un dos por ciento de los fuegos.