Zamora vuelve a salir a la misma plaza en la que, en junio de 2022, miles de personas alzaron la voz por lo sucedido unos días atrás en la Sierra de la Culebra. Una tragedia que volvió a repetirse semanas después de aquella manifestación y que es la misma que la sucedida durante todo el mes de agosto, cuando Zamora ha ardido durante veinte días por varios puntos de su geografía, siempre por el oeste. La ciudadanía vuelve a ser llamada hoy, a la misma plaza que entonces y por los mismos motivos que entonces. «Zamora abandonada, quemada y vaciada» es el lema escogido por La Culebra No Se Calla. Bien podría haber sido el de hace tres años.
«Se nos prometió que esto no volvería a suceder», aseguran los convocantes en su manifiesto, al que ha tenido acceso este periódico. «Durante tres años la Junta de Castilla Y León trató de convencernos de que, tras más de 65.000 hectáreas calcinadas y cuatro fallecidos, todo iba a cambiar». La Junta, dicen los convocantes, «prometió mucho». Entre otras cosas, «ampliar el dispositivo de incendios a todo el año y dotarlo con más medios y recursos, mejorar las condiciones de los bomberos forestales, importantes y rápidas indemnizaciones a los afectados y fuertes inversiones para reactivar la economía de las comarcas» afectadas. Promesas que se parecen mucho a las de este año, dicen las mismas fuentes. «Prometieron mucho, pero cumplieron muy poco». Promesas «para cerrar en falso los incendios más devastadores de la historia de España, para no asumir ninguna responsabilidad ni intención de cambiar nada», lamentan.

La Culebra No Se Calla asegura que la administración regional lleva «tres años haciendo más cambios estéticos y de autobombo que invirtiendo recursos en los pueblos de forma real y efectiva». Tres años «perdidos», dicen, «que nos han llevado al desastre. Mismos políticos, aplicando las mismas políticas. Lleva a los mismos errores y a los mismos resultados», lamentan. «Tras 2022, en 2025 tenemos que volver a lamentar la pérdida de vidas, más de 35.000 hectáreas arrasadas, pueblos quemados, miles de personas desalojadas o confinadas, caos en la gestión y de nuevo el miedo en nuestros pueblos», concluyen.
La asociación recordará además hoy a aquellos «héroes que se han enfrentado a la devastación», a los bomberos forestales «que se juegan la vida en precarias condiciones laborales», a los que han aportado alimentos, a los habitantes de los pueblos que se quedaron para defender lo común y a los agricultores y ganaderos que colaboraron con el dispositivo. «Todos ellos han estado por encima de quienes nos gobiernan, más centrados en sus guerras políticas que en resolver los problemas reales del pueblo».
Las reivindicaciones son claras. Primero, que se investigue lo sucedido y se depuren responsabilidades. También políticas. «Pedimos dimisiones, del presidente de la Junta, del consejero de Medio Ambiente, del Director General de Patrimonio Natural y Política Forestal» y de los responsables que han guiado a la provincia «al desastre». Exigen además los convocantes ayudas rápidas y efectivas, ampliar el dispositivo de incendios todo el año, mejorar las condiciones de los trabajadores y un plan de recuperación «basado en inversiones reales en equipo y profesionales en el territorio», así como «un plan serio de lucha contra la despoblación». «Los zamoranos lo merecemos», concluyen.
Sobre las fechas
En La Culebra No Se Calla son conscientes de que las fechas elegidas para la manifestación son a priori tardías. Hace ya más de un mes que se desató el primero de los tres grandes incendios que este mes de agosto han asolado a la provincia, el de Molezuelas. Pero, indican, «no podíamos manifestarnos sin que la situación estuviera controlada», cuestión complicada en unas comarcas, Sanabria y Carballeda, en la que se da por supuesta la existencia de un pirómano que está prendiendo el monte. Y es que la situación está más calmada, pero no tranquila. El viernes por la tarde, de hecho, se declaró un incendio en el límite municipal de Melgar de Tera y Ferreras de Abajo que obligó a actuar a un amplio dispositivo. «No podíamos arriesgarnos a manifestarnos y que, al regresar, tuviéramos el pueblo en llamas», resume Lucas Ferrero.