Ocurrió hace apenas unos días, a finales de agosto. Sin saber muy bien ni cómo ni por qué, uno o varios individuos decidieron subir la pequeña cuesta que conduce hacia la zona del columpio de Villanueva de Valrojo para arrancar la figura de hierro de un lobo que presidía de forma simbólica la zona. Desde luego, no se trata del valor económico. Al menos, así lo apunta el responsable del bar Otra Cosa, Luis Miguel Lorenzo: «Eso valdrá 300 euros», señala. A la localidad le duele por la indefensión y por lo sentimental.
Conviene recordar que la figura se instaló en ese lugar después de los incendios de la Sierra de la Culebra, que golpearon fuerte a esta zona. Fue en este pueblo donde el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, tuvo que padecer la frustración del vecindario por aquellos fuegos de 2022 y salir a toda prisa en el coche para evitar problemas ante el palpable cabreo de la gente. Las llamas aún duelen y la imagen del lobo representa el orgullo de la población.

Eso no cambia en lo que tiene que ver con lo intangible, más allá de que, efectivamente, la estatua no está. Quizá hubiese sido más difícil robar la pieza si el lobo se hubiese instalado donde se pensó inicialmente, en la parte de arriba del enorme columpio que corona la colina. La idea se desechó por el peligro que suponía. La imagen del animal se colocó abajo, sobre una piedra que ahora ha quedado huérfana. Los restos de los tornillos son la prueba de que ahí hubo algo.
A partir de ahí, la pregunta de la gente se centra en tratar de comprender quién pudo acometer el robo. Hay pocas pistas. Algunos vecinos vieron una furgoneta de color blanco merodeando por la zona en el día de los hechos, pero los dueños del vehículo, que admitieron su presencia en el entorno, permitieron el registro de todas sus pertenencias y de sus domicilios, y aseguraron que en ningún caso tenían que ver con la fechoría.
En la otra zona del pueblo, desde su casa, María Belén Martín, la alcaldesa de Ferreras de Arriba, municipio del que depende Villanueva, constata que el resto de las figuras de hierro que se encuentran en la parte del monte permanecen intactas, por lo que intuye que quien se llevó la más visible desconocía la existencia de las demás. Aparte de eso, tampoco tiene mucha fe en la posibilidad de recuperar el lobo.
En su momento, el pueblo puso el asunto en conocimiento de la Guardia Civil, aunque el paso de los días reduce la esperanza de encontrar a los ladrones, que arrancaron o cortaron con una radial – depende de las versiones que uno recabe – una figura que Villanueva de Valrojo tendrá que pensar si quiere reponer: «Vamos a esperar a ver», desliza Martín. Más que por el valor, la gente quiere entender qué llevó a los autores a cargarse el lobo que guarda parte de la identidad de la contorna.