Margarita Ferreras escribió la misiva el 26 de marzo de 1934, recién cumplidos los 34 años. Por entonces, su destinatario, Miguel de Unamuno, bordeaba ya los 70. Ninguno de los dos lo sospechaba aún, pero al profesor le quedaban menos de tres años de vida. La poeta alistana, en cambio, iba ya camino del ostracismo que marcó la segunda mitad de su existencia. En ese instante hay que ubicar una carta en la que la autora de Pez en la tierra ya le habla a su admirado Unamuno de los padecimientos que se asoman.
«He sufrido mucho recluida en un sanatorio de enfermedades nerviosas. Debí seguir el tratamiento en casa, pero a mi lado faltó una voluntad enérgica y los médicos convencieron a mi madre de la necesidad de un aislamiento total. Y una noche trágica me llevaron a viva fuerza al sanatorio. Al enfermatorio. Protesté, grité y me encerraron en una habitación alta pintada de amarillo con una cama atornillada al suelo y sólida puerta de hierro que cerraban implacables. Me moría de miedo».
Todo esto le narró Ferreras a Unamuno en una carta plagada de referencias elogiosas al profesor: «Le he recordado mucho en medio de mi sufrimiento», le confiesa la alistana a Don Miguel, con quien también comparte reflexiones sobre la crisis del Ateneo. «¿Por qué no viene usted? Nos está haciendo mucha falta. Yo a su lado me siento feliz. Como en un amanecer purísimo de la sierra. No olvide del todo a su triste amiga», remacha la poeta, antes de concluir: «Sigo muy sola, Don Miguel».
La carta de Margarita Ferreras a Miguel de Unamuno es la parte más zamorana de la exposición «Bajo pluma de mujer», que se ha inaugurado este martes en la Alhóndiga y que permitirá que las gentes de la ciudad lean, hasta el día 29 de septiembre, parte de la correspondencia mantenida por el profesor con las escritoras e intelectuales del primer tercio del siglo XX con las que se carteó. Por ahí aparecen nombres como María de Maeztu, Emilia Pardo Bazán o Concha Espina, junto a otras veinte coetáneas. Una selección entre los más de 600 nombres del corpus epistolar conservado por los descendientes de Unamuno en lo que se refiere a las mujeres.
La exposición, presentada por la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Zamora, María Eugenia Cabezas, cuenta con la colaboración del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y es el fruto de la investigación emprendida por la Casa-Museo Unamuno de Salamanca. De hecho, su responsable, Ana Chaguaceda, es una de las comisarias, junto a Maribel Rodríguez y Adriana Paíno. Las tres han acudido a la puesta de largo junto a parte de la descendencia del profesor.

La muestra aspira a exhibir documentos que narran el papel de las mujeres en la época, los cambios que experimenta la sociedad o las inquietudes vitales de las mujeres compartidas con el célebre pensador. La exposición se completa con una colección de dibujos, postales, fotografías, telegramas, telefonemas y otros documentos que decenas de mujeres le enviaron a Unamuno desde distintas partes del mundo.
La Casa-Museo cuenta, en general, con 25.000 cartas, de las que se han analizado las más relevantes, en cuanto a las mujeres se refiere, para dar forma a esta exposición que ya ha hecho otras paradas previas en Castilla y León. Todavía no hay fecha, pero se prevé que, en el marco de esta muestra, se proyecte un documental y se organice un coloquio con las comisarias.