El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico dispone de una herramienta en su web que permite buscar los partes de cada incendio forestal registrado en España desde 1968, aunque en algunos casos solo existen anotaciones a partir de 1983. La información se puede filtrar por ayuntamiento, lo que abre una ventana para conocer hasta qué punto sufre cada territorio de cada provincia por el efecto de las llamas. Por poner un ejemplo ligado a la actualidad, en el periodo 1983-2025, Galende ha tenido que enfrentarse a más de mil incendios declarados en su amplio municipio.
Mil en Galende, conatos incluidos, pero también más de 300 en Porto, donde se ha originado el que ahora ocupa a la provincia, o 617 en Hermisende. Los datos señalan que Sanabria en concreto, y el oeste en general, sufren particularmente con los incendios. Y no solo se trata del número de fuegos. También de hectáreas calcinadas, de zonas naturales arrasadas y de personas afectadas. No hace falta ni mencionar las dos desgracias de la Sierra de la Culebra, con más de 60.000 hectáreas pasto de las llamas, cuatro muertos y miles de damnificados por una u otra causa. Pero es que hay más.

En un repaso rápido, se pueden encontrar otros desastres ecológicos en la Culebra o en Sanabria. También en la parte de Aliste más cercana a Portugal. En 2002, un trabajador murió mientras trataba de extinguir un incendio en Latedo. Un año antes, en La Carballeda, los vecinos de Manzanal de los Infantes tuvieron que ser desalojados por la cercanía de las llamas y, ya en 2005, varios focos simultáneos prendidos en la zona de San Martín de Castañeda se llevaron por delante 8.000 hectáreas entre nueve incendios diferentes.
A esos ejemplos se pueden sumar distintos fuegos en la Alta Sanabria, en la Culebra o en zonas más al sur como Villardiegua de la Ribera (2013) o Fermoselle (2017). Zamora siempre acaba ardiendo por el mismo costado, aunque nunca hasta 2022 y 2025 lo había hecho de una forma tan virulenta. En la catástrofe de la Culebra fueron dos fuegos enormes, separados por un mes, y en una zona muy cercana. Esta vez han sido tres principales con otros dos secundarios, concentrados en dos semanas y en un territorio más amplio. Y sin que la campaña haya terminado aún.
A estas alturas, por todos es sabido que la mecha se prendió entre Molezuelas de la Carballeda y Uña de Quintana en un tórrido domingo de ola de calor agostiza. Eso sí, con tanto foco posterior, casi hay que hacer memoria para recordar que el incendio se fue de las manos, que enseguida comenzaron los desalojos y que el lunes por la mañana parecía haber calma, pero que por la tarde se echó encima lo peor.

La parte más dura terminó por golpear a León, que sufrió las muertes y vio arrasadas más hectáreas. Entre las dos provincias, unas 40.000, a la espera de un cálculo más ajustado. Fue una semana de terror por Cubo de Benavente, Carracedo, Congosta, Ayoó… Y de ahí al norte. Mientras, en plena crisis en ese territorio, ya se había iniciado, el mismo lunes, el fuego de Puercas. Fue menos terreno, pero los pueblos estuvieron en jaque igual. Sobre todo, Abejera. Allí se tocó el drama. En lo material y en lo humano. De los cuatro heridos por quemaduras, dos siguen críticos.
Y mientras todo giraba en torno a estos dos fuegos y a su control, las llamas empezaron a asomarse por la Alta Sanabria. Primero, con el fuego llegado de Galicia que se plantó en Castromil. Después, de forma más tímida, con el incendio desatado en Porto, que parecía cosa de poco y que terminó por convertirse, casi con seguridad, en el que más hectáreas ha calcinado en territorio provincial este verano. Por ahí, el domingo, estuvo a punto de sumarse el de Mahíde, pero los efectivos pudieron contenerlo a tiempo.
A última hora del domingo 17, daba la sensación de que la crisis iba a poder dominarse pronto, pero entonces aquel fuego de Porto avanzó por la sierra, se marchó de su lugar de origen y se colocó a las puertas de la joya de la corona, el Lago de Sanabria. Las horas posteriores serán difíciles de olvidar. La sucesión de desalojos, el humo denso en media provincia, el miedo, el hartazgo, la sensación de que ni el tiempo ni la orografía ayudaban…

El incendio metido en Sanabria obligó a desalojar doce pueblos y a advertir a varios más. Sumando los de los otros fuegos han sido 36 en total los núcleos evacuados en Zamora este agosto, un 7% de los que hay en la provincia. Algunos pensaron que no encontrarían su casa al llegar, pero las localidades se defendieron. Hubo un par de crisis en Vigo o cerca de Moncabril, pero las llamas no alcanzaron ni las viviendas ni a las personas. Lo que queda es el daño en la sierra, en el parque natural. También en los negocios.
Agosto para hacer caja
No hay que olvidar que, tanto en el caso particular de Sanabria como en el de Aliste o La Carballeda, agosto es el mes de hacer caja. Especialmente, sus días centrales. También desde esa óptica, el fuego ha sido una ruina. Por los desalojos y por el miedo que los acompaña. En Galende, que nunca estuvo evacuado, algunos hosteleros reportan anulaciones de reservas incluso para septiembre. Va a ser difícil medir el lucro cesante. Luego están los ganaderos, claro, que aún deberán cuantificar lo perdido.
Entretanto, en medio del dolor, la solidaridad con los afectados y la rabia, asoma también la mirada hacia la responsabilidad política. Las voces más críticas acusan a la Junta de una gestión que no aprendió lo suficiente de la Culebra y reclaman que se depuren responsabilidades. Esos debates ganarán protagonismo a partir de ahora, cuando las columnas de humo dejen de salir de las montañas sanabresas dos semanas después de que otra chispa, la primera, se prendiera en Molezuelas. También en el oeste.
