Muchas cosas empiezan de la forma más insospechada posible, como la historia de nuestro protagonista y su relación con la escritura. Raúl Sánchez escribió su primer texto el 29 de mayo de 1985. No recuerda la fecha porque el texto, que era el primero, destacara especialmente, pero sí por lo que pasó aquel día. Raúl necesitó escribir algo después de estar «más de una hora» viendo en el informativo lo que aquella jornada sucedió en Bruselas, en el estadio de Heysel, donde Juventus y Liverpool iban a disputar la final de la Copa de Europa y donde una avalancha humana provocó la muerte de 39 personas y dejó 600 heridos de diversa consideración. «Viendo aquello por la tele, supongo que necesité escribir algo».
Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas. Por ejemplo, han pasado 17 años a bordo de un camión, con muchos ratos muertos en los descansos en los que la cabeza da vueltas. «Ahí, sobre todo, escribí canciones». Pero siempre estuvo en mente la idea de hacer un cuento infantil. «Siempre lo tuve claro, pero no sabía como abordar el tema, como organizar el texto». Le ayudó un curso de emprendimiento del Incibe en el que se aprendía la técnica que tantos conocerán y que lleva el nombre de «story telling», que no es más que eso, contar una historia. Y con esos mimbres, ya liberado de la obligación del camión y con la nueva empresa, El bosque de Helí, en marcha en Sayago, Raúl Sánchez dio por fin forma a su idea y dio a luz un libro que lleva por título el nombre de su proyecto, que es el de su su hijo, y por subtítulo el de su mujer. Así nació El bosque de Helí. La gran aventura de Nukita.

El libro habla de Raúl y habla de Sayago. Los protagonistas son la gente que siempre le ha acompañado, el conflicto que se resuelve en el libro es que ahora tienen todas las zonas rurales con ese ecologismo tan mal entendido que tantos disgutos, en forma de renovables y otras cuestiones afines, está causando a los habitantes de los pueblos. Y tiene además, su vertiente personal e íntima, ya que la obra es en realidad el recuento de Helí con su madre, que ya no está con él.
Pero yendo más allá, y para el que lo quiera leer con la intención de ir un poco más allá, El bosque de Helí habla de «esa conciencia ecológica tan mal entendida» que va en contra de los intereses de los habitantes de los pueblos. «Lo de la conciencia ecológica, a los que vivimos en los pueblos, nos rechina. Respetar el territorio es vivir en él como se ha viviedo siempre, trabajándolo y respetándolo. Pero hay un falso ecologismo que justifica talar un bosque si es para poner placas solares». Helí y Nukita se revuelven contra ello y, tras algún que otro problema que se solventa con el avance de la historia, consiguen «plantar juntos las semillas de un futuro mejor».
Semillas que el propio autor del libro quiere expandir por las mentes de los mas pequeños, ya sea a través de la literatura o con talleres como los que se están llevando a cabo en los últimos meses y que ya han llegado a algunos pueblos y a la propia capital provincial. «Es complicado, yo planto semillas, y ojalá germinen. La semana pasada estuvimos con 15 chavales contándoles lo que es el respeto al medio ambiente y bueno… ahí estaban. Pero si uno lo entiende, ya es un triunfo», razona Sánchez. Por resumir el mensaje, sería que «no todo lo que suena a verde es verde» y que «no se deben hacer cosas en los pueblos de espaldas a la gente de los pueblos». Lo demás, casi, es atrezzo.
El Bosque de Helí es un libro autoeditado, que tiene unos textos elaborados por Raúl Sánchez, unas ilustraciones que ha hecho Pifa Montgomery y que puede comprarse, de momento, directamente al autor, en el bar La Vereda de Bermillo de Sayago y, en Zamora, en la librería Semuret. La intención del autor es que próximamente pueda estar en las librerías públicas de la provincia a disposición de los pequeños lectores y de quien quiera «repensar» el territorio.