Lola se despierta aturdida en una casa de Sayago. No sabe cómo ha llegado ahí pero sí sabe que algo malo está pasando. Se lo corrobora Luis, un chaval que la ha ayudado a refugiarse en la vivienda en un día en el que, fuera, la protagonista es la niebla. Luis está herido, gravemente herido, y Lola tiene que ayudarle, curarle como pueda y escapar, ambos, de la casa. Pero no es fácil, avisa Luis, porque fuera espera un monstruo, que quedó aturdido tras varios disparos de escopeta pero que ya está recuperado y a la caza de los dos protagonistas. De cómo salir de la casa no contaremos mucho más por el bien de la historia, pero si avanzaremos que el monstruo que persigue a Lola y a Luis está inspirado en La Fiera Corrupia, la mascarada de Almendra del Pan.
Este es el argumento de Fada, el videojuego creado por el zamorano Nacho Muñoz, estudiante de la primera promoción del Grado en Desarrollo de Aplicaciones 3D Interactivas y Videojuegos que la USAL imparte en el Campus Viriato de Zamora. El videojuego, que se puede descargar de Internet de forma gratuita y se puede jugar en cualquier ordenador con Windows (puede descargarse aquí) ha sido el trabajo de Fin de Grado y ha sido calificado por el tribunal con un diez. Y es muestra de lo atinado que puede resultar innovar con el folclore, introduciéndolo en las nuevas tecnologías y haciendo que forme parte consustancial, en este caso, de un videojuego.

Este interés en incluir «lo propio» en la narrativa de la historia del juego es lo que propició la historia creada por Nacho Muñoz. «A la gente le encanta la mitología europea, videojuegos como The Witcher e historias como El Señor de los Anillos, pero más cerca hay historias a las que podemos dar mucho valor y a las que muchas veces no damos importancia», reflexiona ahora, superada ya la fase estudiantil y a punto de empezar la laboral.
El videojuego se inspira en un entorno tan cercano para un zamorano que es complicado no sentirse identificado cuando uno juega. Desde los nombres de los habitantes del pueblo y de la casa, tan habituales por las comarcas, hasta los útiles con los que hay que equiparse para avanzar en el juego, todo despierta sensaciones de cercanía en Fada. Así, pro ejemplo, hay que usar una bota de vino para resolver un puzzle, hay que buscar por la casa una horca para remover un montón de paja y hay que encontrar velas para guiarnos por el interior de las estancias.

Pero hay objetos con un significado especial. Quizás el más llamativo es la higa, un amuleto en forma de mano con el puño cerrado que es habitual en ciertas zonas del país y que tiene propiedades para absorber el mal de ojo antes de que, cuando ya no puede ser más útil, romperse. «Una narrativa totalmente de videojuego» que el zamorano incorporó a Fada para que, en la práctica, las higas sean las pociones con las que un jugador se cura en un juego estándar. El jugador pierde cuando llega al límite de la barra de cordura, que se puede rebajar usando higas y que aumenta en zonas donde el estrés de Lola se dispara, o cuando la bestia le alcanza.
Para evitar esto último hay que correr, esconderse bajo las camas, en los armarios, cerrar puertas e incluso lanzar a la fiera agua bendita que hay escondida por la casa para aturdirla durante unos instantes y aprovechar para escapar. Incluso la bestia, con sus sonidos, lleva al jugador a la Zamora rural. Cuando avanza suenan los cencerros de las mascaradas y cuando emite sonidos, lejos de soltar algún «gruñido tipo Godzilla», suena con una mezcla de mugir de vaca y crotoreo de cigüeña. En el diseño del sonido y en las voces de los protagonistas ha jugado un papel importante varios zamoranos. El tema principal es una jota bastante melancólica que recuerda a los videojuegos clásicos y es obra de Pablo Lorenzo y Juan Estébanez, y las voces de los protagonistas tienen tono zamorano. Candela Martín dobla a Lola; Guillermo Malillos, a Luis; Carlos Martínez, al abuelo y Natalia de Lera pone voz a la bruja.

Fada es un videojuego que busca ser, ante todo, divertido. No tiene unos gráficos realistas, no hay grandes mecánicas, pero sí es interesante, entretenido, tiene una buena narrativa y está ciertamente muy bien localizado. Es parte de una narrativa más amplia ideada por su autor y que gira en torno a una bruja que ha echado una maldición a un pueblo entero, que es tía de Lola y que llama a la protagonista al pueblo para intentar trasladarle sus poderes. Lola se resiste, aunque sí tiene interés en llegar al pueblo para investigar qué está pasando. El monstruo es, así, un «emisario» de la bruja que quiere capturar a Lola, que llegó a hacerlo y que, si la ha soltado, ha sido por la intermediación de Luis. Una historia que recuerda mucho a Silent Hill o a Resident Evil y que, quién sabe, puede dar para más en el futuro. De momento, está Fada, un juego que demuestra que el folclore y la «mitología» de Zamora pueden dar mucho de sí, también con las nuevas tecnologías.
