En tiempos en los que ser el primero es una obligación para muchos, resulta chocante encontrar a gente que reniegue de eso. Más, si cabe, si es un club deportivo. Un club deportivo, se entiende, que busca más el fomento de la actividad física y la generación de un sentimiento de comunidad que la competición pura. Sucede así en Vintoro Bike, uno de los clubes ciclistas que hay en Toro, un grupo que tiene como objetivo, aseguran sus socios, «disfrutar del deporte», de la compañía de los amigos y de las rutas de bici por el monte y carretera. «A nosotros nos da igual llegar los primeros, el premio que nos importa es el de club más numeroso», apuntan.
Vintoro se fundó en 2018 con un puñado de socios y actualmente ronda los ochenta. Fundado como un colectivo centrado en la bici de montaña, el club no ha parado de crecer hasta el punto de que se ha tenido que poner coto a las nuevas inscripciones. «No somos profesionales de la gestión y ser mucha gente se nos puede ir de las manos. Mejor estar pocos y bien», aseguran Amador Herrero, Benjamín Álvarez y José de Dios, tres de los miembros del colectivo. Con todo, los tres ciclistas aseguran que «cualquiera que anime» puede salir a realizar alguna de las muchas rutas en bici que se hacen a lo largo del año, una prácticamente cada fin de semana. Salvo excepciones, la mayoría de las «quedadas» están abiertas a cualquiera que quiera participar.
Una de las cuestiones de las que más orgullosos están en el club es la escuela para niños y jóvenes que se logró poner en marcha hace unos meses, una alternativa de ocio para chavales que fomenta el deporte a la vez que «huye» del siempre acaparador fútbol, que a tantos niños concentra. Cerca de veinte niños participan, con mayor o menor asiduidad, en las actividades que se organizan los fines de semana y aprenden nociones básicas que van desde reparar la bicicleta a manejar los cambios cuando se hace una ruta por el monte. «Lo que queremos», resumen Amador Herrero, número dos de Vintoro, es «que los chavales cojan el hábito del ciclismo y vean que hay deportes más allá del fútbol que también les pueden entretener».
Los impulsores de la escuela, entre los que están antiguos alumnos que ya estuvieron en la escuela de ciclismo de los ochenta y que ahora será profesores, inciden en que la actividad física ocupa un papel «muy importante en la evolución de un niño» y lamentan que en otros deportes la competición haya dado paso a la falta de compañerismo y divertimento entre los chavales. Así, aseguran que la intención «no es otra que dar la posibilidad de que los niños conozcan el ciclismo», aprendan a divertirse, compartir, hacer grupos de amigos y auto organizarse, además de adquirir aptitudes físicas.
Las marchas… y la marcha
Vintoro celebra un buen número de marchas para socios a lo largo del año, alguna de ellas nocturna por los pueblos de la contorna de Toro, pero guarda un lugar especial para la Vintorobike, que este año ha logrado reunir a 500 personas en la localidad en el último fin de semana de marzo y que ha conseguido el logro, no menor, de que las inscripciones que se lanzan se agoten a los pocos minutos de salir a la venta. El año que viene se celebrará la octava edición, que de nuevo será en marzo y que de nuevo repetirá el formato de anteriores citas, ya demostrado de éxito.
«En la última edición se acabaron las 500 inscripciones en tan solo diez minutos, lo que no está nada mal para un pueblo de 8.500 habitantes», apuntan desde la asociación. Pero a la marcha no vienen solo vecinos del pueblo, pues se ha convertido ya en un reclamo regional para aficionados a la bici de montaña. Las inscripciones se abren cada año justo después de las campanadas de Año Nuevo y se acaban antes de que se coman las uvas en Canarias. «El año pasado», aseguran desde el club, «duraron diez minutos».
Y es que la prueba es más que una ruta ciclista. La afluencia de deportistas de los últimos años y la intención del club de que la bici sea más que un elemento deportivo y sirva para hacer comunidad han convertido la comida de avituallamiento en todo un acontecimiento. «Hay quien llega al parón y no retoma», asegura Herrero. «Vintorobike es una fiesta toresana donde hay productos de la tierra y donde el parón para comer se convierte en una pequeña verbena», aseguran desde el club. «Es una prueba que, además de deporte, busca generar comunidad en el territorio», apuntan.
El club ha realizado también cierta labor social en el Ayuntamiento de Toro. Se ubica, como prácticamente todas las asociaciones de la localidad, en el seminario, en este caso al fondo, en lo que eran los vestuarios del antiguo campo de fútbol. Un recinto que poco tiene que ver, asegura ahora Herrero, con lo que la agrupación encontró cuando, hace unos años, se mudó aquí. «Se hizo una obra importante, se han acondicionado todas las instalaciones y ahora es un sitio mucho más digno» para celebrar reuniones o para ser, simplemente, el punto de salida y llegada de las rutas ciclistas que discurren por la localidad (la mayoría con destino a Monte la Reina).