Ya es un clásico del verano. Ocurre un sábado de julio, cuando asoma el día de San Cristóbal. Uno puede estar tan tranquilo viendo cómo Tadej Pogačar desmoraliza a los demás en el Tour de Francia, echando una siesta larga o incluso pasando el día en la piscina. El caso es que, de repente, empieza a escuchar un rumor de fondo. ¿Qué es eso? ¿Son cláxones? Las preguntas rondan por la cabeza hasta que el vecino se da cuenta. Claro, lo de los camiones.
Efectivamente, lo de los camiones. Eso es lo que ha podido escuchar usted si estaba en Zamora capital: el ruido de los transportistas. Como cada año por estas fechas, los profesionales se han subido a sus vehículos y han hecho sonar sus bocinas en un recorrido con más de cuarenta participantes por toda la ciudad. No es un sonido agradable, claro, pero sirve para reivindicar mejores condiciones para quienes se dedican a algo tan relevante como llevar los bienes de un lado a otro.

El presidente de Asetramdiza, Pedro Rodríguez, explica que las reivindicaciones del sector no han cambiado mucho en relación a otros años. Eso tiene dos lecturas: la buena, que la cosa no empeora; la mala, que lo que se pide no se obtiene. «Abusan de nosotros con los bajos precios que pagan», asume el representante del colectivo, que lamenta que «hay una palabra muy sencilla, que es ‘no'», pero que cuesta mucho decir.
«A veces, tragamos con lo que sea», insiste Rodríguez, que lamenta también el alza reciente de los precios del combustible, un problema que parecía más aplacado en los últimos tiempos, pero que ha venido a molestar, como es costumbre, de la mano del verano.
Con eso tienen que lidiar los transportistas que este sábado han vuelto a hacer ruido por muchas calles del centro y de la periferia de Zamora. No en las mismas que siempre, pues a ellos también les afectan las obras de humanización. El caso, de todas maneras, era hacerse notar. Y otra vez, objetivo cumplido. Ahora queda la honra al patrón, la cena juntos y seguir aguantando en las carreteras.
