Los lectores con más memoria de este periódico quizá le recuerden. Su nombre es Rafael Caballero y, allá por finales de junio de 2024, mostró los efectos que había tenido la granizada sobre sus campos de tomates y los de buena parte de su cooperativa: Campo Aliste Selección Gourmet. 80.000 plantas perecieron a causa de la piedra. Fueron cerca de cincuenta litros en veinte minutos. «Ahora esto parece un cultivo de espárragos», lamentaba entonces el productor. Fue un disgusto importante, pero pasó.
Si uno regresa ahora a las parcelas de Rafael Caballero en San Cristóbal de Aliste, la estampa no tiene nada que ver. Los tomates están en primera floración, no hay agujeros en los plásticos negros que el productor utiliza para las plantas y todo está como si no hubiera pasado nada. Porque en esta campaña no ha sucedido: «De momento», apunta prudente el dueño de los terrenos, que esta vez se desplaza a sus propiedades no para mostrar desgracias, sino para enseñar todo lo que hace a los asistentes a una charla del proyecto europeo Star Forest que coordina el Ayuntamiento de San Vitero.

Y lo que hace no tiene que ver solo con los tomates. De hecho, al adentrarse en sus tierras, a mano izquierda, se puede observar una presencia importante de otra planta que llama la atención: la coliflor: «La pongo porque no puedo repetir con los tomates en el mismo suelo, no puedo empobrecer esta tierra», indica Caballero, que habla de una rotación sana y rentable: «Tiene muy buena adaptación en nuestra zona», asevera.
Dicho de un modo más llano: la coliflor se da bien en Aliste. Y se puede comercializar. Como sucede con los tomates: «Con un buen producto, nunca hay problema en el mercado», recalca el productor de la comarca, que abunda en que la logística es la misma: «Tenemos un centro de distribución y las capacidades. No veo dónde puede estar el problema», insiste Caballero, que afirma que la cooperativa sigue creciendo.

El año pasado, antes de la granizada, el proyecto tenía diez socios más. Ahora son catorce: «Vamos sumando manos e iniciativas», sostiene el alistano, que tiene en mente poner leguminosas de cara a futuras campañas y que también ha utilizado parte de su terreno para hacer pruebas con siete variedades de fresas: una procedente de Benavente y las otras seis de la zona de Huelva.
«Lo que hacemos es ver cómo es la calidad del producto, de qué forma se adapta y se aclimata y cuál es el resultado final que tenemos. Si va bien, tiraremos a más», advierte Caballero, que habla serio y pausado, pero que desprende inquietud. También pasión por el lugar donde hace la vida: «Estamos en un paraíso natural», advierte el productor, que anima a profundizar en los recursos propios: «Si tenemos una riqueza micológica como la que hay, ¿por qué no va a haber otras cosas?».
