Zamora tiene una cifra oficial de población de 166.253 personas, pero ese número es variable en función de la época del año. Durante los meses más crudos del invierno hay que hacer un ejercicio de fe para creer que el censo de determinados pueblos se corresponde con las personas que residen realmente allí. En muchos casos suelen ser unas cuantas menos. La cosa cambia a medida que la primavera se abre paso, con la frontera de la Semana Santa, y los vecinos estacionales comienzan a instalarse en las localidades. Generalmente, procedentes de las ciudades o de los territorios donde emigraron.
Esa realidad se hace más palpable a medida que avanzan las semanas y se alcanza un verano que arrancó oficialmente la semana pasada, pero que entra ahora de forma oficiosa, con el inicio de julio, de las vacaciones y del comienzo de las fiestas en los pueblos. Muchas se celebrarán en agosto, pero otras se irán desarrollando ya en este mes que se asoma y que empezará a llenar las localidades muy por encima de sus números oficiales. En todos los casos, con hijos de la tierra. En algunos más, con ellos y con los turistas.
Realmente, resulta difícil medir hasta qué punto se llenan las comarcas de Zamora en estas fechas, pero existen algunas herramientas que permiten hacer aproximaciones más o menos certeras. Entre ellas están los Indicadores de Infraestructura y Equipamientos Locales (EIEL) del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. Dentro de ese inventario existe un apartado reservado al multiplicador estacional de la población.
En resumen, según señala la propia web estatal, el indicador mide el número de veces que crece una población entre su valor censal y su valor máximo esperado anual. El último dato para los municipios de Zamora corresponde a 2021, pero sirve para hacerse una idea clara de cuál es la tendencia en los territorios. En muchos ejemplos, los ayuntamientos asumen, en su punto álgido, un volumen de gente dos o tres veces superior a la habitual, pero hay 22 casos en los que los vecinos se multiplican por cinco o más.
Según esta herramienta, el caso más evidente es el del municipio de Justel, que tiene 78 habitantes censados y que podría alcanzar los 829 tras multiplicar por 10,6 su censo habitual. A continuación aparecen San Justo (8,89 veces más), Peque (8,06), Villanueva de las Peras (7,59), Requejo (7,35), Rosinos de la Requejada (7,18), Palacios de Sanabria (6,99), Porto (6,54), Galende (6,5), Bustillo del Oro (6,25), Molezuelas de la Carballeda (6), Prado (5,66), Ferreras de Abajo (5,57), Melgar de Tera (5,46), Trefacio (5,45), Hermisende y Samir de los Caños (5,29), San Miguel del Valle (5,19), Ferreras de Arriba (5,17), Robleda-Cervantes (5,12), Rionegro del Puente (5,09) y Bretó (5).
Sanabria y La Carballeda
Como se puede comprobar al echar un vistazo rápido a la relación de municipios, muchos se concentran en la zona de Sanabria y La Carballeda. Aquí se juntan un par de factores relevantes: el primero, la gran cantidad de gente que emigró de estos pueblos, unida a la vinculación que han mantenido con la tierra tanto los que se marcharon como sus descendientes. El segundo, que se trata de zonas con una cierta actividad turística que también crece en los meses de verano.
Aquí, como factor a tener en cuenta, también hay que citar la cara B del lleno repentino de determinados pueblos. Es cierto que los negocios que resisten en el territorio se ven muy beneficiados por el aluvión de gente nueva, pero también que los servicios son más difíciles de prestar. Cuando un lugar está dimensionado para acoger a 100 personas, cuesta adaptarse a 500. De ahí que algunos alcaldes admitan problemas, por ejemplo, con el agua en determinados momentos del año, o que a veces se demanden refuerzos para los centros de salud.