La calorina de la tarde invita a buscar la sombra y poco más. Pero claro, es San Pedro y la gente se anima a echarse a la calle en busca de los planes que luego se extrañan en el tiempo ordinario. Lo que se cuenta a partir de estas líneas son escenas del viernes por la tarde, del primer rato de fiestas; de la hora a la que las casetas abren las barras, las peñas se preparan para desfilar y los técnicos montan el escenario para la música nocturna: para la madrugada de tralla y carro.
A decenas de metros de ese epicentro de la Plaza Mayor, en Viriato, se encuentra uno de los focos de atracción de este fin de semana. Allí también hay casetas, pero estas van aparte. Los diez puestos que funcionan en este lugar pertenecen a la segunda edición de la Feria del Vermut, un evento que se desarrolla en el primer fin de semana de las fiestas y que aprovecha una realidad palpable: la bebida que le da nombre está de moda. Cada vez más. La gente quiere conocer, probar, salirse del carril habitual. Y aquí tiene la ocasión de hacerlo.

Por eso, la expectativa es alta. Y por eso hay gente que hace el esfuerzo de venir. Y no solo productores. También hosteleros que se plantan en Viriato al abrigo de la feria. Uno de ellos es Mario García, el responsable de Casa Susa. Su bar está en Palacios del Pan, y ahí sigue funcionando este fin de semana. La ocasión merecía duplicar esfuerzos: «Nos lo comentó un amigo nuestro y estamos probando a ver qué tal», resume el responsable del puesto, que tiene una oferta muy clara para estos días: Vermut Guerra de El Bierzo y pan bao.
Con esa combinación, García aspira a atraer a la gente todavía en un domingo que se antoja como día grande: «Queremos variar con la tapa, y el vermut que tenemos está muy bueno», subraya el hostelero, que habla mientras, de fondo, el toresano Óscar Díez ofrece un taller a quienes se han querido pasar a aprender un poco más de toda la cultura que rodea al producto que da sentido a la feria.

Unos metros más allá, Nacho Fariña aparece en su puesto rodeado de botellas. De vermut, claro. «Lo hemos hecho este año y que hubiera una feria aquí y no venir sería curioso», admite el productor, que explica que los responsables de la bodega Bernardo Fariña están en Viriato para darse a conocer: «Esto no te va a sacar de pobre, pero se trata de que a la gente le guste, que te pregunte y darle información», comenta el participante.
Además, una de las propuestas más llamativas de la cita está en su caseta: «Tenemos hasta un vermut macerado con guindillas zamoranas», resalta Fariña, que aclara que toda la producción se reparte entre Toro y Moraleja del Vino: «Estamos notando muchísimo de un año para otro que esto está de moda», remacha.

La idea de darse a conocer también está en el ánimo de los responsables de Il Fornazzo, el negocio ubicado en Alfonso IX que, como el Casa Susa, ha redoblado esfuerzos para estar en Viriato. En su caso con focaccias, hornazos y pinsa romana. También con cervezas italianas o el Aperol. Por sus camisetas verdes los reconocerán. No solo hay vermut. «Es un escaparate», señala Fernando Rodríguez, responsable del proyecto.
Así lo ve también Canto Marbán, de Synergias, la agencia encargada de montarlo todo. Y todo son los puestos, pero también los talleres y la música que ameniza las últimas horas de cada jornada: «Tenemos diez stands con gente de aquí y también otra que ha venido de fuera. Con vermut y gastronomía», señala la responsable de la cita, que apuesta por que la gente no solo consuma el producto, «sino que sepa apreciarlo».