El reloj da las diez y los concejales van apareciendo por las inmediaciones del Ayuntamiento de Galende. Es martes 17 de junio de 2025, así que se cumplen exactamente dos años del día en el que José Manuel Chimeno (PSOE) accedió a la Alcaldía. Lo hizo en virtud de un pacto aparentemente complejo con el Partido Popular, liderado por Miguel Ángel Martos. Las dos candidaturas que alcanzaron el acuerdo lograron dos concejales en las elecciones, así que sumaban cuatro para la investidura. Uno más que los tres que tenía Futuro.
Chimeno y Martos se entendieron, y lo hicieron en base al reparto del poder: uno estaría dos años de alcalde y luego le daría paso al otro. Así que, como es 17 de junio de 2025, toca relevo. El asunto estaba claro desde el principio, por lo que no hay mucha tensión. Va a suceder lo que tiene que suceder. De hecho, el futuro alcalde barre la entrada del salón plenario con tranquilidad mientras el aún mandatario municipal baja del despacho con la secretaria. Se viene la renuncia.

Los concejales se sientan en la sala. Solo aparecen cuatro. Ni rastro de la oposición en el que será el primer Pleno del día. Este se convoca solo para la renuncia: «Volvemos a la una y media. Antes, a las doce, tenemos parón», recuerda Chimeno, que alude a la acción reivindicativa por los trenes. Es decir, la hoja de ruta es la siguiente: dimisión, movilización y toma de posesión.
El asunto es un mero trámite, pero supone un paso importante para Chimeno, que deja el cargo: «Oye, que es una bobada y se pasa mal», admite el todavía alcalde, que seguirá como número dos del equipo de Gobierno que ha conseguido asentar junto al PP. «Nos juntamos para darle salida a la situación, porque había que hacer un cambio de rumbo, no estar por estar», arranca el socialista, que admite las decisiones «difíciles e impopulares» que ha tomado. «La situación lo exigía», aclara.
Chimeno habla de economía, del aumento de la presión fiscal, de la renuncia al sueldo de alcalde, de la eliminación de las dietas, de «dos años frenéticos para estar en todos los sitios y en todos los pueblos», de las reuniones con otras instituciones y del trabajo que «le queda a Miguel Ángel» cuando le dé el relevo. También menciona las obras, las subvenciones, los problemas sobrevenidos y los que ya se veían venir.
Por ahí aparecen menciones a «pueblos que es una auténtica pena como están», al Museo de la Memoria de Ribadelago, a la intervención en el colegio de El Puente, a la futura virtualización del monasterio de San Martín, a la nueva web para el Ayuntamiento, al salto por encima de los mil habitantes y a decenas de pequeñas intervenciones en múltiples calles de los once núcleos que gestiona.
Chimeno también habla, eso sí, de los campings, que siguen cerrados: «No ha sido posible abrirlos. Las obras son muy importantes y a nadie le interesa realizar ese gasto. Es casi peor que hacerlos de nuevo», subraya el alcalde en su último rato en el cargo. El mandatario se emociona al acabar y el que será su sustituto le anima: «Que no marchas, que nos quedamos». «Seguiré trabajando desde mi puesto de concejal y de teniente de alcalde», concede el socialista, que recibe el aplauso de sus compañeros.
Luego, la secretaria pasa a los formalismos: «Cumplidos los dos años y para dar cumplimiento al acuerdo entre el PP y el PSOE, presento mi renuncia al puesto de alcalde. Queridos, esto ha sido todo», zanja Chimeno. Se cierra la sesión. Durante los siguientes 150 minutos aproximadamente, el sillón principal del Ayuntamiento de Galende estará vacío. En ese rato, el protagonismo será para la reivindicación del AVE. A la una y media habrá otra cita en el Consistorio.

Pasado ese rato, los concejales regresan a la misma sala. Esta vez vienen los siete: los dos del PP, los dos del PSOE y los tres de Futuro. Estos últimos conforman la oposición y formaban parte de la candidatura que aspiraba a continuar con la línea del anterior alcalde, José Manuel Prieto. De hecho, ganaron en 2023, pero no les dio para gobernar ante la suma del PP y el PSOE. Desde su perspectiva, cabe pensar que ya es mala suerte que los dos actores del bipartidismo se pongan de acuerdo. Pero así ha sido aquí.
En todo caso, Futuro da la pelea. Tras las explicaciones de la secretaria, toca presentar candidatos al puesto de la Alcaldía. El popular Miguel Ángel Martos, con los apoyos atados, se presenta. Pero también lo hace Agustín Santiago, del partido con más ediles. Por si acaso. Pero no hay sorpresa. El PSOE se mantiene leal al PP y el nuevo regidor es el que todos imaginaban.
Martos promete el cargo y dice unas palabras: «Pondré toda la carne en el asador para sacar este Ayuntamiento adelante. Os pido que me trasladéis las sugerencias porque serán valoradas todas. No las vamos a dejar en el cajón porque vengan de un lugar o de otro. Siete veremos más que cuatro o que tres», subraya el ya nuevo alcalde, que a los veinte segundos de llegar al puesto ya tiene que gestionar la primera bronca.

Críticas de la oposición
Y es que la oposición no está del todo convencida con la gestión del alcalde saliente. Y quiere hacerlo saber. Agustín Santiago menciona los campings cerrados, unos supuestos incumplimientos en relación a la gestión de la plantilla y una lista de asuntos que estaban en el programa y que, a juicio de Futuro, no han salido adelante: «Todo lo que has hecho ha sido herencia nuestra», le espeta el concejal a Chimeno, que le replica.
Ahí arranca una discusión a varias bandas difícil de atajar. El asunto se tensa por momentos, pero acaba por resolverse a los cinco minutos sin pacificación, pero sin más jaleos. Miguel Ángel Martos hace sonar la campana del cierre de sesión y escenifica el cambio de mando agarrando el bastón de la Alcaldía. Por delante, dos años para gestionar Galende hasta que la ciudadanía vuelva a hablar.