Esta historia empieza en el año 2009. Víctor Prieto echaba una tarde de juventud junto al ahora periodista Rubén Bartolomé cuando David Refoyo, que aún no había publicado siquiera su primer libro, les advirtió de la visita del poeta David González a Salamanca. «No teníamos ni idea de quién era», admite ahora, 16 años después, el hombre que aceptó acudir a aquel acto literario y que, sin saberlo, estaba a punto de engancharse a un mundo que le iba a atrapar.
Prieto tiró de aquel hilo del poeta del realismo, viajó con los escritores a un bar llamado el Esperpento y descubrió que los lunes, en Salamanca, podían disfrutarse a través de un micro abierto a la poesía, al relato, al monólogo, a lo que fuera. Aquel espacio cultural lo abrían Víctor Balcells, ahora escritor consagrado, y Ben Clark, poeta y responsable de la editorial Isla Elefante. Ahí empezó todo. Luego pasaron muchas cosas, pero el germen está identificado.
Por cosas de la vida, precisamente Ben Clark tendría que haber acudido este jueves, en calidad de editor, a presentar el primer poemario de Víctor Prieto, titulado La Sequía, en la Librería Semuret de Zamora. Pero los trenes tenían otros planes. Así que el ahora autor tuvo que improvisar como en aquellos tiempos del micro abierto en el Esperpento para reconducir el acto. Lo hizo con los viajes al pasado y con el asidero que le ha acompañado en estos años de tránsito de la juventud a la madurez: la poesía.
Antes, la responsable de Semuret, Judit Pino, introdujo a aquel chico tímido que conoció en sus primeros meses al frente de la librería y que luego fue dando la cara como «un grandísimo lector». Pero Prieto no solo leía. Cuando la dueña del establecimiento se quedó con el negocio en el casco antiguo, el autor de La Sequía ya trabajaba en el poemario. Ha sido un proceso de jera lenta, pero hace meses que aquel río que estaba seco en 2017 desembocó en 72 páginas.

Prieto leyó poemas de su libro en la presentación, claro, pero previamente abrió con El reino menguante de Ben Clark, presente a pesar de su ausencia física. El autor de La Sequía también se atrevió con una pieza literaria creada hace quince años y que obtuvo 150 euros como premio al ingenio. Eran los tiempos del blog «Jaionaria Baby» y de los estudios de Medicina. «Tiempos muy felices» aclaró el zamorano, que ahora sonríe al verse en el elenco de los autores que publican en Isla Elefante.
«He estado muy reforzado en todo el proceso», admitió Víctor Prieto, que señaló que la editorial publica a «autores más consagrados», como Maribel Andrés Llamero, a otros «jóvenes inéditos» y a algunos más «simplemente inéditos». El poeta concedió también que le hubiese gustado construir una obra completa con el hilo conductor de un río, pero su propia creatividad tenía otros planes. Surgieron otros temas. Aún así, todo comenzó con aquella sequía de hace casi ocho años.
El río, los trenes, las críticas
Prieto comenzó con el poema «Once a river, always a river» y siguió con el tren por Castilla, tras citar «la dejación, el abandono y el olvido institucional». También habló de las críticas veladas, de una comunicación moderna que no le preocupa pero sí le intriga, de los momentos para la reflexión en medio de las tareas domésticas y de las líneas que escribió bajo el título «Tom Petty en Manzanal del Barco». Aquí, a petición de otro escritor, Braulio Llamero.
El cierre llegó con el poema sobre el alzhéimer que aparece en la parte final del poemario, de ese «olvido refractario a toda voluntariedad». Uno de sus versos sirvió como broche al acto: «Acabemos contigo riendo sin saber qué vendrá mañana».