A las puertas del instituto Valverde de Lucerna de Puebla de Sanabria hay unos cuantos coches aparcados. En uno de ellos ha llegado esta mañana de lunes 9 de junio el profesor de Física y Química, Juan Salgado. Hasta el viernes anterior, ese trayecto en vehículo particular lo hacía, junto a otros compañeros, desde la estación de Otero. Era una cosa amable: cinco minutos de viaje después de media hora de tren. Ahora, con la supresión de las frecuencias matinales por la reorganización de Renfe, la cosa cambia. La alta velocidad no es una opción y tampoco hay otra alternativa de transporte público. Toca ponerse al volante desde Zamora capital.
Los responsables del centro explican que la situación afecta a cinco docentes y a algún otro trabajador. No es poca cosa. Los profesores tendrán que salir en torno a las siete o siete y cuarto de la mañana de la ciudad, recorrer una carretera nacional con abundancia de fauna salvaje y llegar para dar sus horas de clase. Luego será el momento de tomar el camino de vuelta. Y así cada día. Básicamente, invertirán el doble de tiempo en unos desplazamientos que, además, serán más inseguros.
«Y ahora en verano todavía, pero en invierno será peor», asumen desde el centro. En el tiempo frío, aumentan los días con inclemencias meteorológicas y las horas al volante de noche y de amanecida. Más riesgo. Siempre queda la opción de mudarse, claro, pero la alternativa del tren había facilitado el tránsito de los profesionales en los últimos años de una forma cómoda. Y también está la vía de buscar otro destino para quien lo tenga en la mano. Pérdida para la comarca.
Fuentes del centro educativo tienen claro que la situación no deja de ser otro golpe para la España Vaciada: «Se les llena la boca de hablar de despoblación, pero luego nos dejan sin nada», aducen. Y no solo se trata de los profesores. La directora del instituto, Elena Fernández, recuerda que este también es un centro donde se imparte Formación Profesional, por lo que cabría la posibilidad de que atrajera a alumnos dispuestos a ir y venir.
El temor es que, sin la posibilidad del tren, descienda el número de matrículas o que los alumnos de fuera directamente ni se planteen la posibilidad de venir aquí si disponen de otras alternativas más cómodas. Solo es el primer día sin servicios matinales ferroviarios para la comarca, pero ha habido casi un mes para pelear y para pensar en lo que afecta. Y afecta mucho. A lo educativo y a otros servicios. Por ejemplo, al sanitario.
Y es que, a unos centenares de metros cuesta abajo del instituto, se encuentra el centro de salud de Puebla de Sanabria, un lugar que es un goteo de gente durante la mañana. Y, en estas fechas, muchos van a lo mismo: a solicitar la tarjeta de desplazado. Generalmente, se trata de personas jubiladas que, durante el invierno, viven en las grandes ciudades y que, de cara al tiempo bueno, se mudan a la zona que les vio nacer. Un clásico en un territorio de emigrantes.
Algunos de ellos estiran su presencia hasta los Santos o incluso van quedándose de manera definitiva en el pueblo si la cosa se pone favorable. Fuentes del centro de salud de Puebla admiten su temor de que, a partir de ahora, haya más retornos y más tempranos hacia Madrid y Barcelona: «Los hijos se los pueden llevar porque no tienen horarios de tren para ir a los especialistas», admiten desde este lugar de atención conocido en la zona como el «hospitalillo».

Conviene recordar que, en dirección Zamora, el primer tren de la mañana parte, desde este lunes, a las 12.27 horas. Y va rápido, pero solo puede llegar a la una en punto. Inviable para estas consultas. Hasta ahora, lo común era que un vecino acercara a las personas mayores hasta Otero para que cogieran el tren e hicieran el desplazamiento médico que tocara. Eso se acabó este 9 de junio. Y la cosa preocupa a los profesionales del territorio.
Seis afectados de una plantilla de treinta
La inquietud por los usuarios es la primera. La segunda tiene que ver con la propia plantilla. Desde el centro de salud explican que, de los treinta profesionales que trabajan aquí, seis van y vienen a Zamora. De ellos, cuatro son médicos. Uno de ellos ha viajado ya en coche particular en la mañana del lunes para después subir a pasar consulta a San Martín de Castañeda, a otros veinte minutos en dirección a la sierra.
Las plazas de Sanabria nunca han sido fáciles de cubrir. El temor es que la cosa se ponga peor a partir de ahora por culpa de la ausencia de un servicio ferroviario adecuado. Por lo pronto, se avecina una jubilación. De diez médicos pasarán a nueve. Aquí, ni la Junta con la dotación de medios ni el Estado con el transporte aparecen como salvadores. Más bien lo contrario. Y, mientras dura la conversación, continúa el goteo de personas para hacerse la tarjeta de desplazados. «Podemos ser 20.000 en verano», alertan desde el centro de salud.
Como guinda al pastel, el cambio de los horarios con Ourense también penaliza a una profesional que acude a las guardias. Eso es lo que hay con la reorganización de Renfe para los servicios de Sanabria.