No salen las cuentas ni en el mejor año de los últimos cinco. Los agricultores miran con preocupación los precios del trigo y del cereal, que se encuentran no en mínimos históricos, pero casi. «Se paga a lo que se pagaba hace veinte años», aseguran desde el sector, y los datos vienen a avalar esta afirmación. Las últimas semanas, en las que el buen momento de las siembras se ha confirmado, los precios de los cereales han establecido un descenso continuo. En Zamora, donde la lonja no cotiza desde hace ya más de un año, hay mirar a Salamanca, donde se han establecido nuevas bajadas. Ahora, la tonelada está a 194 euros, por debajo de la media que marcan otras ciudades.
La producción de cereal, aseguran las organizaciones agrarias, es este año «muy importante» aunque los días de calor que se registraron hace dos semanas y los que vienen ahora, a las puertas de la cosecha, vayan a producir una «merma importante» en el campo, asegura Lorenzo Rivera, representante en Zamora de COAG. Con todo, las previsiones son buenas.
«Llevamos una serie de años, con las sequías que hemos sufrido, con unos precios con los que no cubrimos los costes de producción del cereal», aseguran las mismas fuentes. Mientras, las importaciones, que llegan principalmente de Ucrania y del otro lado del océano Atlántico, se siguen produciendo de forma intensa. «Si la tendencia sigue así, difícilmente vamos a poder mantener un cultivo en una comunidad y provincia como esta, donde los agricultores gestionan un territorio y mantenemos viva una actividad, sobre todo en los pueblos». Y es que los agricultores ven complicadas las alternativas para el secano en el caso de que el cereal deje de ser rentable. «Es una cuestión preocupante en Castilla y León», remarca Lorenzo, «donde se produce el 40% del cereal que se cultiva en España».
COAG estima que son necesarios más de cuatro mil kilos de cebada por hectárea para que los agricultores sean capaces de cubrir los gastos del cultivo. El coste de producción de la hectárea se estima entre los 700 y los 800 años dependiendo de la variedad y de las condiciones. La rentabilidad, indican las mismas fuentes, se nota en el total cultivado, que ha ido a menos. La situación económica hace que, cada año, más profesionales abandonen este cultivo y destinen sus tierras a otro tipo de plantaciones.
“De media se gastan 750 euros por hectárea y para al menos cubrir ese gasto se necesita una producción mínima de 4.000 kilos de cereal, un volumen difícil de alcanzar en las últimas campañas”, aseguran desde Asaja. Unos gastos que no compensan los ingresos y que ahogan a este sector. Uno de los factores que está incidiendo en esta “mala situación” es, sin duda “la geopolítica” detallan con cierta resignación las organizaciones agrarias. Ahora, “las represalias de la UE a Rusia, con imposición de aranceles más altos para insumos que necesitamos hace que se nos encarezcan aún más los costes”. Y es que buena parte de los pesticidas llegan precisamente de Rusia.
A la situación del cereal se suma la de la remolacha, otro cultivo en horas bajas. La siembra de remolacha en Zamora ha caído aproximadamente un cincuenta por ciento en los últimos años y las perspectivas de futuro del cultivo no son buenas. El cierre de varias fábricas de Azucarera en Castilla y León, las medidas gubernamentales que afectan al precio del azúcar y los precios hacen que la remolacha se encuentre en un momento, lamentan los agricultores, muy complicado.