Está tan convencido Carlos Herrero de los resultados que va a arrojar la aplicación que hace la prueba sin miedo a equivocarse. Es martes, 3 de junio, por la mañana. El zamorano saca su móvil del bolsillo, abre la aplicación de Renfe, y teclea los datos del viaje. Origen: Zamora; destino: Madrid; fecha: viernes 6 de junio de 2025. La aplicación busca y ofrece alguna, pocas opciones, una a primera hora de la mañana, otra a medio día y una más a última hora. La segunda búsqueda se realiza desde la misma aplicación pero introduciendo ya los datos de usuario frecuente y buscando billetes para una persona, como él, que viaja con bono de recurrente. Mismo origen, mismo destino, misma fecha. La aplicación busca… y solo ofrece billetes para el tren de las diez de la noche, el último del día. Antes, nada. Los billetes que estaban disponibles para un usuario puntual no existen para el viajero frecuente. Una tercera búsqueda marcando como origen Orense da incluso más opciones que la primera.
Carlos Herrero es zamorano «de los que conoce a media Zamora». Trabaja como vendedor en el concesionario Volvo, aunque está de baja desde hace meses. Un bulto en el cuello y una repentina pérdida de peso, once kilos en un mes, encendieron todas las alarmas. Las pruebas no fueron buenas y revelaron un carcinoma pulmonar en estadio avanzado. Desde entonces está de baja, se ha sometido a los tratamientos que consideraban convenientes los oncólogos del Complejo Asistencial de Zamora, para los que solo tiene palabras de agradecimiento, y ante la falta de avances fue derivado al Hospital Doce de Octubre de Madrid, donde se somete a un tratamiento experimental desde el pasado 1 de abril.
Su caso ejemplifica la necesidad de que el servicio ferroviario sea considerado como un servicio público, pues se trata de un transporte que supone el acceso de muchos zamoranos a opciones, en este caso médicas, de las que no se dispone en la provincia. Herrero no está afectado por el recorte de servicios que entrará en vigor a partir de la semana que viene en Sanabria, pero sí por la concepción del servicio como puramente comercial por parte de Renfe, una operadora pública que, denuncia el zamorano, se olvida de los criterios de utilidad para el ciudadano para poner sobre la mesa un servicio «centrado en el turista» que encuentra su rentabilidad en Galicia.
«Yo no tengo billetes porque Renfe no los pone a la venta, porque prefiere venderlos para viajes que van o vienen desde Galicia y deja a los zamoranos olvidados», denuncia el protagonista de esta historia. Y es que el ejemplo utilizado en la parte de arriba de la información es el pan nuestro de cada día para Herrero, que siente que no está en igualdad de condiciones con otros usuarios del tren. «Yo no tengo ni el tiempo ni la capacidad de anticipación que tienen los que van a hacer el Camino de Santiago» y cogen sus billetes con, en el peor de los casos, semanas de antelación. «A mí casi me avisan de un día para otro», asegura mientras muestra en el teléfono los mensajes que dan fe de que lo que dice es cierto. Los profesionales de Oncología del Doce de Octubre anuncian las citas para el tratamiento experimental con pocos días de antelación y, aunque sabedores de las dificultades que Herrero tiene para desplazarse («no tienen problemas en modificar horarios para que pueda acceder al tratamiento»), obligan al paciente a moverse con rapidez.
Búsqueda de madrugada
La situación no es fácil, y es que Renfe «suele habilitar billetes para usuarios con abono» cuando se acerca el día de salida del tren y no están vendidos todos los asientos. Así, no es raro que Carlos se levante de madrugada (lo hace él o su hermana, que le acompaña a los viajes y en este trance de la vida en general), un par de días antes de iniciar el viaje, para comprobar en la web de la operadora pública si Renfe ha tenido a bien habilitar algún asiento más que puedan usar los usuarios de los bonos. Incluso ha llegado a personarse minutos antes de la salida del tren en la estación de tren de Zamora para comprobar si existía una cancelación de última hora que le permitiera ir a Madrid a recibir su tratamiento. En el peor de los casos, ha tenido que salir de Zamora a las seis de la mañana en autobús para ir al hospital de Madrid y regresar horas después en el mismo medio de transporte. Un viaje de dos horas que se convierte en un trayecto de siete para un paciente que va, y viene, de someterse a un tratamiento para intentar detener el avance del cáncer.
Desde su posición, el zamorano pide que la operadora ferroviaria tome constancia del servicio público que presta y de la importancia que un «simple viaje en tren» tiene para un elevado porcentaje de los viajeros. Y es que el reducido cupo de billetes que en ocasiones hay para Zamora y el hecho de que los lunes y los viernes son días más «conflictivos» por la elevada afluencia de turistas complica la vida sobremanera a aquellos que necesitan de un billete para desplazarse por motivos médicos o laborales. «No tengo nada en contra de que la gente coja el tren para hacer turismo, solo faltaba. Pero sí pido que, igual que hay un número de plazas reservadas para personas que tienen alguna minusvalía, las haya para personas que tengan que coger el tren por motivos urgentes», reflexiona Herrero.
Y es que la importancia de los bonos y de conseguir billetes baratos es capital para personas en una situación como la de Carlos. En situación de baja laboral, los ingresos escasean y los ahorros van bajando. «Desde que comencé a ir a Madrid he visto como bajaban 2.000 euros mis ahorros. Yo, como mucha gente, necesito los bonos, y necesito poder usarlos para no tener que comprar billetes normales cuando hay asientos libres en los trenes a los que no puedo acceder como usuario recurrente», apunta. «No quiero más que nadie. Solo pido que una empresa pública como esta preste un servicio público y que deje el negocio para otros».