Julia Vega y David Pedrero viven a más de 120 kilómetros de Zamora capital, en Vigo de Sanabria. «Siempre hemos querido estar allí», aclara ella. Con esa premisa han planificado su vida en común estos dos treintañeros que ahora ven amenazada la posibilidad de quedarse en el pueblo que sienten como su hogar. Ya había unas cuantas dificultades relacionadas con el trabajo o con los servicios, pero la supresión de trenes planteada por Renfe aprieta más el asunto para la pareja.
Alentados por la necesidad de hacer fuerza contra esa decisión del operador ferroviario, los dos han viajado este domingo hasta la ciudad para manifestarse, para alzar la voz, para defender la vida que quieren tener: «Yo trabajo para una empresa de Madrid y tengo que ir allí de vez en cuando. Ahora, con las frecuencias que hay, puedo compaginarlo. Si las quitan, seguramente tendré que mudarme o buscar otras opciones», explica Pedrero.
El vecino de Vigo (de Sanabria, aclaración particularmente necesaria en este caso) señala que su decisión de marcharse al pueblo a hacer la vida se basó en dos cuestiones de índole práctica, más allá de su deseo personal y el de su pareja: por un lado, las facilidades que le daba su empresa; por el otro, el tren. Sin ese segundo factor, su estructura se tambalea: «No solo es que te quiten un tren, te cambian los planes de vida», sostiene Pedrero.
A su lado, Vega incide en el mensaje: «Si nos quitan los medios y las posibilidades, nos tendremos que plantear otras cosas. Y ya no es solo que no te permitan ir a trabajar, sino que no facilitan que otras personas vayan a Sanabria», advierte la vecina, que cita a los médicos o a otros funcionarios con esa casuística. «Si vamos a tener que ir a recibir asistencia sanitaria a 150 kilómetros, eso no son condiciones de vida», resume.

La pareja se pierde entre la multitud mientras la gente que ha llegado en autobús desde la comarca empieza a repartirse también por el entorno de la estación. Por ahí aparece Purificación Rodríguez, que está jubilada y es de esas que aterrizan en Sanabria cuando se espanta el frío más duro y se marchan «cuando las castañas». Más o menos, medio año por allí y otro medio en Madrid: «Esto de los trenes nos hace polvo», asegura.
Como algún vecino más, ella viene de Avedillo, a unos once kilómetros de la estación de Sanabria Alta Velocidad: «Usamos bastante el tren para ir a Madrid al médico. Mi marido fue la semana pasada, por ejemplo», señala esta mujer, a la que la gente de la zona conoce como Pura. «Esperemos que no nos quiten los horarios y que la gente de Zamora capital se solidarice», apostilla.
«Un derecho, no un lujo»
Unos metros más allá, las gentes de la capital responden a la llamada. Muchos tienen raíces sanabresas, como Soraya Blanco, cuyo padre procede de Porto y que acude a la movilización con su madre, Isaura Misol: «Zamora es una provincia bastante desfavorecida en todos los aspectos. Siempre intentan recortar servicios de lugares que se pueden defender menos. Pensamos que esto es un atropello», analiza la hija.
«Hay que luchar por Zamora y por los pueblos. El tren no es un lujo, es un derecho», añade la madre, antes de asistir a los actos previstos en la movilización. Esos son los argumentos. Queda poco más de una semana para que alguien los escuche y se dé marcha atrás a la decisión de suprimir los servicios matinales de tren en Sanabria.