Hace calor. Mucho calor, en realidad. Quizá, un calor disuasorio para algunos que podrían estar y no han venido. Pero nada echa para atrás a los vecinos verdaderamente comprometidos en la lucha contra las plantas de biogás, los que ven cerca los proyectos, los camiones y los cerdos; los que no creen en las promesas de desarrollo y sí temen que la mierda se les eche encima. Esos están todos. Y rugen. Porque sienten que les va la vida en ello.
La cita es en Viriato, a las cinco y media de la tarde. Según la Agencia Estatal de Meteorología, hay 34,5 grados, pero la movilización no es aplazable. La convocatoria se ha organizado para este 31 de mayo en toda España, con Zamora como uno de los epicentros. Aquí los proyectos proliferan y parece que se acumulan en zonas como la Tierra del Vino, donde los vecinos se organizan, protestan y frenan a los promotores del biogás. La idea es concienciar al resto, a toda la población que siente este problema como algo todavía lejano.

Zamora en Pie, la federación creada para aglutinar a los colectivos nacidos en cada pueblo implicado, une a casi 500 comprometidos. Cada cual trae su cartel, su enseña, su bandera, su silbato, su voz. También el abanico, el agua, el helado. Hasta un Calippo. Todo es poco. «No a la invasión de nuestro territorio», reza una de las pancartas. «Queremos vida y no muerte y pestilencia», reza otra. «El Maderal no se calla», apunta una más localista.
De fondo se escuchan los silbatos. Los soplan con fuerza las señoras, pero también las niñas. Las pequeñas aprietan tanto los ojos y los mofletes que las abuelas llegan para advertir: «No os canséis, que queda mucho rato». Y la cosa no se queda solo en Viriato. Hay que cruzar Santa Clara entre consigna y consigna: «Ni en tu pueblo ni en el mío», señala un vecino. «Necesito respirar, descubrir el aire fresco», apunta el cartel de un manifestante probablemente feliz por la presencia de Medina Azahara en las fiestas de San Pedro. «Queremos respirar, no vomitar», sostiene otro menos poético.

La manifestación avanza por el centro, con el apoyo de plataformas sanitarias como la de Tábara, de la Coordinadora Rural, de algún partido político. También con algunos gestos de aprobación de gente que se cruza o con miradas de soslayo de hombres y mujeres que se van de boda y que ni siquiera saben de qué va la película. Ya se lo explican ellos: «¡Únete, que la mierda te llega a ti también!».
Los comprometidos
La movilización cumple la ruta establecida e insiste en un mensaje que pretende hacer calar: «No es progreso, es colonización». La organización también reclama apoyo a las instituciones cercanas: «Diputación, protege a tu población». Los colectivos saben que queda gente por concienciar. Incluso por convencer. Pero también dejan una cosa clara salida tras salida: los fieles al compromiso contra el biogás van con todo. No se echan atrás. Están dispuestos a seguir hasta que consigan su objetivo. «Somos gente de campo, no gente de mierda», resumen.
