Ana Martín Fernández se coloca en el centro de la escena dispuesta a «desvelar lo invisible». A hacerlo, además, con un lenguaje razonablemente comprensible para quienes, al contrario que ella, no son doctores especializados en física cuántica. Son las siete y cuarto de la tarde de un día de diario en Zamora, pero la sala está llena. Hay decenas de personas con cervezas, refrescos o cafés en la sala del casino. La mayoría lleva ya una charla y le queda otra. No hay prisa. Aquí se ha venido a disfrutar y a aprender. Incluso, aunque la temática pueda resultar ajena.
Esa es la dinámica del Pint of Science, el festival que se cerró este miércoles después de tres sesiones vespertinas de ponencias sobre distintas ramas del conocimiento. La charla que toca en ese momento es la de Ana Martín, pero antes fue la de Óscar Santamaría sobre aplicaciones biotecnológicas en agricultura y luego llegará la de Zaki Saati acerca de los microbios. La ciencia de este evento no es tanto asistir a lo que a uno le interesa en particular como acudir con la voluntad de aprender de todo.

Y como de todo es de todo, allá va Ana Martín, que arranca su charla dispuesta a mostrarle al mundo, o a este pequeño cosmos del casino, que la mecánica cuántica está detrás de muchas de las tecnologías con las que las personas conviven en su día a día. La idea es que uno se levante al día siguiente y empiece a mirar alrededor las sombras de esa rama de la física. Porque aparecen por todos lados.
Martín es investigadora. Una un poco particular. No tiene una vocación demasiado temprana, pero al final se enganchó y fue quemando etapas. Primero, la carrera de Física; luego, el doctorado por la UPV; ahora, el posdoctorado en Alemania. «Este es aparentemente un mundo ajeno, extraño, complicado», admite la protagonista de la charla. Pero también un campo del conocimiento que permite «mejorar la comprensión del mundo».
La investigadora empieza por lo básico: ¿Qué es la cuántica? Pues «una rama de la física que estudia lo pequeño y lo energético» y que sirve para comprender el funcionamiento de tecnologías más o menos complejas. Martín también habla de la computación cuántica, de cosas que ya no son tan cotidianas y de los principios para tratar de comprender esta mecánica. Comprenderán que ni quien escribe es un experto en la materia ni la idea de la ponente era que la gente saliera de allí convertida en una eminencia en este campo. Lo que cuenta es el trazo grueso de una especialidad con mucha complejidad.
Y para explicarle eso al público, Ana Martín utiliza varias diapositivas, un contador y un día cualquiera de un individuo estándar. La investigadora empieza por el color rojizo de la resistencia de una tostadora para explicar que ahí la cuántica está implicada. Luego sigue con el detector de la puerta del ascensor y su funcionamiento merced al efecto fotoeléctrico: «Son las nueve de la mañana y ya hay dos cosas cuánticas», advierte la ponente. Y continúa.
«A poco que tengáis un ordenador de mesa o portátil, o uséis el teléfono móvil, la cuántica está jugando algún tipo de papel», insiste Ana Martín, que habla aquí de los procesadores y de la teoría de bandas. La investigadora cita igualmente los pen drives, más pasados de moda, o las memorias flash, más actuales. Pero no solo hay que ir al terreno de la informática. Por ahí surgen los punteros láser, las bombillas led o hasta las estrellitas que lucen en el techo de las habitaciones de los niños.
Un libro para quien se quedase con ganas de más
«No os libráis de la cuántica ni al ir a dormir», recalca Martín, que cuenta hasta siete cosas cuánticas en un día cotidiano y que añade, como apéndice, las imágenes médicas, los microscopios, los GPS o la tecnología de determinados relojes. Luego, la investigadora responde a las preguntas, modula el nivel en función del conocimiento de cada interlocutor y cierra explicando que la Editorial Pinolis publicará próximamente su libro sobre la Cuántica de lo cotidiano. Para quien se quedase con las ganas de saber más.
Si todo va bien, el Pint of Science regresará el año que viene para todos aquellos que quieren conocer sobre la física cuántica o acerca de cualquier cosa que les echen. Los fieles irán al casino, o al bar que toque, tomarán asiento, disfrutarán de una bebida mientras se relajan y escucharán hablar a alguien que sabe mucho sobre un asunto del que los demás no saben tanto. Es otra manera de aprender.