Cuando saltó la noticia de que el Gobierno pretendía construir una estación de tren de alta velocidad en Otero de Sanabria, Internet se llenó de publicaciones que ridiculizaban o criticaban de manera más seria la idea de dotar de una infraestructura de esta índole a un pueblo de 26 habitantes. La idea de la terminal era dar servicio a toda la comarca e incluso a parte de la provincia de León y del noreste de Portugal, pero el foco se puso en el censo de esta pedanía de Palacios de Sanabria.
Casi cuatro años después de la inauguración de la estación, el pueblo de Otero sigue siendo muy pequeño, sufre graves problemas de despoblación y tiene un censo envejecido, pero ha logrado contener la tendencia demográfica. En los veinte años anteriores a la apertura de la instalación ferroviaria, la localidad había perdido un tercio de su capital humano. Ahora, la inercia es distinta. Allí ya no son 26, son 29.
El crecimiento puede parecer ridículo, pero conviene fijarse en la dirección demográfica. En la de Otero y en la de toda la comarca. Si bien es cierto que la alta velocidad ferroviaria no se puede considerar como un factor único a la hora de analizar la situación de Sanabria, la realidad es que, desde 2021 hasta 2024, ocho de los quince municipios de la comarca se mantuvieron o ganaron población. Entre 2001 y 2021, el territorio en su conjunto había perdido un 28% de sus habitantes: de 7.820 a 5.604.
En los tres últimos años, la población total de Sanabria también ha mermado, pero a un ritmo mucho más bajo y no de manera generalizada. Desde que se inauguró el AVE, la comarca ha perdido diez vecinos al año y ha visto cómo se registra un crecimiento en cinco de sus ayuntamientos, cuando en el periodo anterior no había ninguno que se salvara de la caída. Además, otros tres se han quedado como estaban.
En el periodo 2001-2021, el mejor escenario era el de Robleda-Cervantes, con una caída del 12,5% en su población. Del lado contrario, tres municipios habían perdido más de la mitad de su gente en esa horquilla temporal. Les ocurrió a Hermisende, Pías y Porto, en la Alta Sanabria. En medio, la tendencia negativa de todos los demás.
Pero el panorama ha cambiado para algunos municipios. Sin ir más lejos, el de Palacios de Sanabria, donde se integra Otero, ha crecido más allá de lo que ocurre con la pedanía. Son cinco personas más que en 2021; en los veinte años previos, se habían acumulado 104 menos. Ese ligero crecimiento se percibe igualmente en Hermisende o Robleda-Cervantes, mientras que Asturianos, Puebla de Sanabria o Porto tienen exactamente el mismo censo que en el año de la llegada de la infraestructura ferroviaria.
San Justo y Galende
Por otro lado, llama la atención en positivo el caso de San Justo, que venía de perder 171 de los 368 vecinos con los que empezó el siglo XXI y que, en los años posteriores a la llegada del AVE, sumó 18. Mejor incluso fue la tendencia del municipio de Galende, que se plantó en 2001 con 1.360 habitantes, vio marchar 400 hasta 2021 y ahora ha recuperado 64 para volver a colocarse por encima del listón del millar.
Resulta complejo medir la influencia que ha podido tener el recurso ferroviario en esta dinámica, pero el anuncio de la reducción de frecuencias matinales de los últimos días ha revelado casos de personas que pueden residir en la comarca gracias al tren. Es un goteo, sí, pero a pueblos muy pequeños les sirve para retener a la universitaria que puede ir y venir, a la familia de la maestra que llega a trabajar o al funcionario que se evita tres horas de coche. Su presencia en Sanabria queda ahora en el aire.