La desigual lucha del espárrago de Fuentesaúco: «No podemos competir en costes, o damos más calidad o no tenemos nada»

Los productores llevan a cabo la campaña durante estas semanas, venida a menos por el frío de las noches y las últimas lluvias caídas

por Diego G. Tabaco

Lo de que tanta lluvia es buena para el campo no lo dijo un productor de espárragos. Las bajas temperaturas de las noches de las últimas semanas y las lluvias, que han sucedido de forma intensa durante el invierno y las primeras semanas de la primavera y todavía se siguen produciendo, están lastrando la campaña de recogida del espárrago en Fuentesaúco. Ángel Corrales, uno de los pocos productores que resisten en el pueblo, lo atestigua. «Buen año de cereal, mal año de espárrago». Nunca llueve a gusto de todos. 

El frío que se está registrando en la zona ha obligado incluso a cambiar los hábitos de trabajo. Normalmente es espárrago se recoge por la noche y se trabaja por la mañana, pero este año no es posible porque, asegura el agricultor, no se puede estar en el campo por las noches. Así que se arranca a eso de las siete de la mañana y se continúa durante el día. «De momento, hemos bajado la producción casi un cincuenta por ciento. El año pasado fueron más de 80.000 kilos y este año vamos camino de la mitad». 

Trabajadores en la recogida del espárrago. Foto Emilio Fraile

La esperanza es que la situación empiece a cambiar cuando mejore el tiempo. «A partir de mediados de mayo esto va a pegar un cambiazo, espero, y a ver si podemos echar ahí un mesecito bueno», apunta Corrales, esperanzado con alargar la temporada de recogida hasta finales de junio «con la idea de recoger algún kilo de los que se han escapado» durante las primeras semanas, que no están siendo buenas. 

Sea como fuere, el trabajo en la nave de Ángel Corrales es intenso cuando se acerca el mediodía. Aproximadamente una decena de personas se afana en clasificar los espárragos, hidratarlos, colocarlos en las cajas… Un proceso que aquí es todavía 100% manual, reivindica el horticultor dueño de la explotación, que lamenta pese a todo las dificultades de encontrar mano de obra que, al menos, sepa lo que está haciendo cuando trabaja en el campo. «Es muy complicado, la gente no quiere trabajar en el campo y los costes son elevados», analiza. 

Los costes, otra cuestión esencial. Y es que la agricultura está, apunta Corrales, «en el límite». «Yo he quitado ya los tomates y los pimientos porque no es que cambiara el dinero, es que perdía dinero con ellos. La gente no se da cuenta pero cuando importamos tantos productos, llenos de fitosanitarios, productos súper medicados, e impedimos hacer lo mismo aquí, es imposible competir», apunta el agricultor de La Guareña. «Vienen productos de lejos, con producciones mucho mayores que hacen que los precios sean más bajos, y así estamos». 

Trabajadores en la recogida del espárrago. Foto Emilio Fraile

En el tema de los espárragos las amenazas vienen de América y de Asia. Los principales países importadores de espárrago fresco son Perú y México y, en conserva, destaca China. «El espárrago chino en lata tiene mucha demanda porque el coste de la mano de obra allí es ridículo. Si aquí pagamos a diez euros la hora, allí con eso echan el día. No podemos competir ahí». Queda, por tanto, el reducto de la calidad. «No podemos ir a precio, no podemos ir a cantidad… No nos queda otra que vender un producto que esté bueno», apostilla Corrales. 

Por lo demás, el sector languidece. En Fuentesaúco, antaño zona conocida por la abundancia de espárrago en el campo, se ha dejado de sembrar. «Hubo muchos hace 25 o 30 años pero ahora estamos prácticamente solos, y es que la gente joven no tira por el campo» y las explotaciones de los padres y abuelos han dejado de funcionar. «En el pueblo, menores de 50 años, a lo mejor somos 7 u 8 los que nos dedicamos a la agricultura, no más. Y, dentro de la horticultura, creo que la única persona joven que apuesta por ello soy yo».

Trabajadores en la recogida del espárrago. Foto Emilio Fraile

Un escenario que hace que, los que quedan, resistan por convencimiento. «Yo defiendo que hay que quedarse aquí para generar trabajo y riqueza en el pueblo», apunta Corrales, que confiesa que declinó realizar una inversión de 150.000 euros en una clasificadora de espárrago, entre otras cosas, para seguir contratando a personas del entorno. «Si además de ganar dinero nosotros hacemos que la gente tenga un sueldo más, pues mejor», redunda el agricultor. 

Campo de espárragos. Foto Emilio Fraile

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