En la sala principal del Casino de Zamora se juntan ocho personas y un perro. No es su primera cita. Los humanos de la mesa se reunieron por primera vez en noviembre, aunque ya venían manteniendo algunos contactos previos vía Whatsapp semanas atrás. En el horizonte, lo que ha de ocurrir durante los días 19, 20 y 21 de mayo en el mismo lugar en el que ahora se encuentran. Ellos son los encargados de organizar aquí un evento muy particular, que se desarrolla simultáneamente en otras partes del mundo y que nació en Londres hace más de diez años: el Pint of Science.
La historia que origina todo esto es básicamente la siguiente: en el año 2012, dos trabajadores del Imperial College organizaron un evento llamado «Conoce a los investigadores». La idea era trasladar a la gente de a pie la tarea que desempeñaban los científicos en la lucha contra distintas enfermedades. La cosa funcionó, así que los promotores decidieron trasladar esas charlas al lugar donde está la gente. O sea, a los bares. Y, además, ampliar el foco hacia otros campos.
El primer festival Pint of Science se celebró en 2013 y, desde entonces, su alcance se ha multiplicado. Los equipos de organización de cientos de ciudades del mundo reúnen a sus vecinos en los negocios de hostelería locales y llevan allí a científicos que ejercen en distintos ámbitos. La gente se toma una cerveza (u otra bebida) y asiste a una explicación mundana de temas muy complejos. No se pretende ofrecer una charla para expertos, sino todo lo contrario: convertir la ciencia en algo al alcance de todos.
Pero para llegar al 19 de mayo, sentarse y escuchar a los que saben, los voluntarios que se encargan de organizar el festival tienen que empujar mucho. Incluso, después de seis meses y a dos semanas de la cita, todavía quedan detalles por perfilar. Los ocho del Pint of Science de Zamora, Silvia Mielgo, Daniel Valcárcel, Alicia Sampedro, David Santamaría, Juan Primo, Chelo Monterrubio, Patricia Ramos y Carmen García, se plantan ante un ordenador y una lista, y empiezan a despachar asuntos.
Por allí se habla de los micrófonos, de los altavoces, de los pequeños flecos que quedan por arreglar. Mientras eso se resuelve, la encargada de Comunicación, Silvia Mielgo, va dando alguna pincelada de lo que viene. Esta mujer es la única que ha participado en la organización de todas las ediciones que se han llevado a cabo en Zamora: «Se trata de que los científicos y los investigadores salgan de sus universidades», constata la única de las presentes que tiene formación en letras y no en tecnología o en ciencia.

Mielgo habla de una «energía muy especial», de los artilugios que traen algunos ponentes o de ideas originales como la que tuvo el año pasado la zamorana Ana Payo para explicar el vuelo de un determinado tipo de aves. También, de la primera chispa para montar esto en la ciudad en 2018 junto a dos amigas: Marta y Ángela. Hubo dos ediciones gestionadas por ese equipo. Luego, vino la pandemia y todo se paró. Hasta 2024.
Ahí aparecieron Daniel Valcárcel y un compañero llamado Javi que ahora está en Palencia. La idea de Mielgo era contarles cómo iba el asunto y delegar, pero se acabó implicando. Aquello salió adelante entre tres, pero este año son ocho: «Con tan poca gente era demasiado trabajo», admite Valcárcel. Entre otras cosas, toca conseguir patrocinadores y colaboradores, buscar un bar y captar a los ponentes, claro.
Todo, con un detalle que conviene no obviar. Aquí no cobra nadie. Ni los que organizan, ni el bar, ni los ponentes. Hay que convencer a coste cero. En el caso del negocio de hostelería, esta vez se ha buscado un lugar accesible como el Casino, después de una organización «genial» en el Marlott en 2024 y de las primeras ediciones en el Avalon. A partir de ahí, quedaba todo lo demás. Y siempre, con la exigencia de cumplir las normas marcadas a nivel nacional.
Valcárcel explica que, dentro de esos criterios, se subraya que los ponentes no pueden ser divulgadores científicos. Más bien, que esa no puede ser su actividad principal o su única ocupación. Los protagonistas han de ser o haber sido investigadores. Además, han de ajustarse a unas categorías concretas y, en la medida de las posibilidades, tener relación con la ciudad en la que se organiza el Pint of Science de turno. Lo ideal: científicos de Zamora o vinculados.
Con esas premisas, los organizadores presentes en esta reunión han logrado convencer a nueve investigadores: cinco pertenecen a la Universidad de Salamanca (Roberto Guzmán de Villoria, José Escuadra Burrieza, Beatriz García Vasallo, Ainhoa Sarmiento García y Javier Sánchez Haro); también hay un científico de la Universidad de Valladolid (Óscar Santamaría Becerril); y completan la nómina profesionales de la Universidad del País Vasco (Ana Martín Fernández), de la Academia Checa de las Ciencias (Zaki Saati Santamaría) y de la Universidad Isabel I (Laura Maeso Alonso).
Las charlas de todos ellos tendrán lugar durante los días 19, 20 y 21 de mayo. Serán tres cada día, entre las 18.00 y las 21.00 horas. «Tenemos unos cuantos de Zamora, pero siempre nos toca tirar de gente conocida que tenemos fuera, que tampoco está mal», sostiene Valcárcel, que recuerda el carácter altruista del evento y que repasa la nómina de esta edición con «la esperanza» de que no haya llamadas de última hora que alteren el cartel.
«Por ejemplo, tenemos a Roberto Guzmán, que es profe de aquí y que el año pasado no pudo estar. Él se va a enfocar más al tema de materiales y tecnología», apunta el organizador. La charla, desde luego, atrae desde el nombre: «El perro que ayudó a la NASA y otros nanorrelatos». También el primer día, José Escuadra intervendrá como «azote de los terraplanistas», mientras que, ya el miércoles 21, Ana Martín Fernández asoma como una de las figuras destacadas.
La física y experta en computación cuántica de la UPV viene desde Alemania gracias a un vínculo personal de David Santamaría y abordará «la cuántica de lo cotidiano». Su ponencia será la penúltima, como todas las cervezas que uno pide en el bar.
«Si no cae un meteorito…»
Pero antes de que todo eso llegue, aún queda gestionar algún detalle con colaboradores que donan productos para los científicos que acuden o para premiar al público en los concursos de preguntas que se hacen durante las charlas. También toca cerrar entrevistas promocionales y alguna jera más que irá surgiendo. Siete de ocho son profesores. En estas semanas, docentes y promotores.
¿Y el año que viene? «La idea es volver a organizarlo. Si no cae un meteorito el próximo lunes…», bromea Daniel Valcárcel. Si lo que ocurre es menos grave, la humanidad lo resiste y tiene explicación científica, seguro que este grupo encuentra a algún experto para contarlo en 2026 dentro de un bar.