Los niños llegan a la Plaza Mayor desde todas las direcciones. Suben por Balborraz o por la Costanilla, asoman por Renova, se cuelan desde la plaza del Fresco o se incorporan a través de San Andrés. Vienen acompañados por sus padres, listos para el estreno de una nueva edición del Festival de Títeres y Marionetas de Zamora que organiza el Principal. El encargado de la puesta de largo es Pumuky, que no necesita presentación por estos lares y que se planta frente a un semicírculo infantil para dar su espectáculo y para lanzar una reivindicación: «Después de 36 años, que algo siga vivo ya se merece un aplauso», subraya en referencia al evento que acaba de abrir.
A unos metros de allí, Rugiada Grignani termina de prepararse. Parece tranquila. La mujer charla con dos niños, sus hijos, a la puerta de un particular vehículo que lleva por nombre Camión Teatro y que está aparcado dentro de la propia Plaza Mayor, a la altura de San Juan. Dentro, aguarda el espectáculo. Antes, viene la historia: «Venimos de Italia. Nuestra base está allí. Pero somos una compañía que se llama Dromosofista, una palabra inventada con base en el griego: sofía es la sabiduría y dromo significa calle. Somos la sabiduría de la calle, del viaje. Y por eso llevamos este Camión Teatro», explica la mujer en un castellano bien afinado.
La artista italiana sostiene que lo que ve la gente por fuera es, efectivamente, un camión, pero matiza que dentro se guarda un teatro con treinta personas, asientos incluidos: «Mezclamos títeres, música en vivo y un poco de danza. No hablamos, así que eso nos permite ser un poco internacionales, ir a cualquier sitio del mundo», defiende Rugiada. Y lo hacen. Su vida es parcialmente nómada. Hay un «campamento base», un hogar, pero también muchas noches en el Camión Teatro.
«En nuestra base, tenemos todas nuestras cosas y un hangar donde hacemos las reformas para el espectáculo o creamos cosas nuevas», apunta Rugiada, que señala que esta compañía familiar, con su marido y sus hijos, evalúa las ofertas que tiene para dar sus espectáculos en una determinada zona del mundo y trata de organizar una gira «en lugares que aprecian este tipo de teatro» para dotar de rentabilidad a sus movimientos: «Si no, ni nos llega ni tiene sentido».
Esta vez, el Camión Teatro salió de la ciudad italiana de Viterbo rumbo a España. Primero, a Lleida; esta semana, en Zamora; luego serán Cartagena, Segovia y algunos puntos de Portugal. En total, un mes de gira para los artistas, obligados también a disciplinar a sus hijos para que sigan estudiando en estas semanas lejos de la presencialidad de la escuela. «Hacemos un poco de tareas, un poco de paseos y también nos ayudan al presentar los espectáculos, para que sea más divertido», indica Rugiada.
Divertido, pero complejo a nivel logístico y familiar: «Esto nos permite vivir, no tenemos otros trabajos, pero no pretendemos que sea siempre así. Un proyecto teatral o artístico tiene un recorrido. Nace, luego crece, se desarrolla y hay un momento en el que se agota y necesitas parar», considera la italiana, que ya en su país organiza talleres con niños y proyectos con escuelas para asentar una actividad en el lugar donde hacen la vida cuando esta no les lleva a conocer mundo.
La hora del espectáculo en Zamora se va acercando, pero Rugiada Grignani aún tiene tiempo para destacar que todo esto no le viene por generación espontánea: «Nosotros somos hijos de artistas que empezaron en los años 80 y hemos conservado esas sabidurías aprendidas. Primero, mi hermano y yo, y luego mi marido, que también se involucró en el proyecto», remarca la artista itinerante.
De la provincia al mundo
En su tiempo, la familia se movía por la región, por los pueblos de la zona. Ahora, eso ha cambiado: «Nosotros vamos más lejos porque la sociedad te lleva a ello. La información va más rápido, así que te pueden llamar de China y te organizas para marcharte. Antes se iba a las aldeas, pasabas la gorra o hacías taquilla y era una financiación real que funcionaba. Ahora hay menos espacio para la improvisación», lamenta Rugiada.
Cuando dan las siete, todo está listo para el espectáculo. Los niños se colocan a la puerta y no ven nada de lo que hay dentro. Es parte del misterio. Tendrán que cruzar el umbral para sumergirse en el mundo del Camión Teatro de Rugiada y su familia, que hoy está aquí y que en junio se plantará ante el público en Alemania. Es lo que han elegido.