En el Lupa de la calle de Luis Ulloa Pereira no quedan ni velas ni mecheros, y escasean las pilas. Los supermercados zamoranos han echado el cierre de forma mayoritaria alrededor de las dos de la tarde, cuando la electricidad se había ido hacía ya más de una hora y no había previsiones de que volviera en el breve plazo. Con el retorno de la luz, evidentemente, han vuelto a abrir. Y muchos zamoranos han acudido a comprar enseres en previsión de que las próximas horas o días, como anticipan las autoridades, sean complicadas.
Así, los carros de la compra de los consumidores que estaban en el referido supermercado a primera hora de la tarde llevaban fundamentalmente leche, muchas legumbres, mucha agua (las autoridades llaman a no abusar de su uso y hay quien prefiere pertrecharse de agua embotellada) y también papel higiénico, como en los días previos al confinamiento del estado de alarma. No se ha llegado al punto de desabastecimiento en ningún producto, eso sí.
La gente compra sin tensión, pero sí con cierta incertidumbre. El arroz, la pasta, las latas de conservas (por si no se puede cocinar) y los platos preparados también están encontrando mucho público, apunta una de las cajeras del establecimiento. A primera hora de la tarde el súper funciona ya con total normalidad, con todos los servicios disponibles y habilitado también el pago con tarjeta, que ha costado recuperar en muchos negocios.

«La gente está evitando por lo general los productos frescos o congelados», redunda la misma cajera, por miedo a que un nuevo apagón inhabilite las neveras de las cajas y la compre se eche a perder. También aquellos que requieren una elaboración más compleja. También se lleva la gente mucho pan, varias barras por comprador, y mucha bollería. Y en la cola, evidentemente, la conversación no puede ser otra: el apagón.