
Un vez finalizada podemos afirmar que la Semana Santa de este 2025 ha transcurrido con la normalidad esperada, con la excepción de las inclemencias meteorológicas que impidieron desfilar al Santo Entierro y a las hermanas de la Congregación junto a la Virgen de la Soledad. La ciudad ha enfrentado unos esperados días de ebullición humana que, más allá de las desafortunadas declaraciones del consejero Santonja, han demostrado cómo nuestra particular tradición circunspecta continúa abarrotando calles, plazas, bares y comercios, con la consecuente repercusión económica que este notable hecho entraña.
Desde una perspectiva municipal, y sobre todo en lo que a los servicios de Obras, Parques y Jardines y Limpieza se refiere, la sensación generalizada ha sido satisfactoria: los pavimentos de los itinerarios procesionales y céntricos fueron repasados en las semanas previas al evento (al igual que el repintado y limpieza de columnas y farolas de brazo), los jardines, parterres, rotondas y jardineras renovaron sus plantas con nuevas flores de temporada (a pesar de las varias sustracciones acontecidas, algo lamentablemente habitual) y los trabajadores del servicio de limpieza prestaron un excelente servicio para mantener lo más limpias posibles las calles atestadas de vecinos y visitantes.
Como todos los años, en la semana previa a los días de Pasión desde el Ayuntamiento de Zamora dimos a conocer el protocolo de actuación a seguir por el servicio de limpieza mediante el cual se incrementa la plantilla en diez trabajadores, se aumenta el horario efectivo durante las tardes, se reparten veinte mil pipeleras a los negocios locales, se duplican los esfuerzos por eliminar el mayor número de pintadas existentes (así como las realizadas durante los días clave) y se explica el modus operandi de la maquinaria disponible durante el día y especialmente tras las procesiones. Todo ello sin un coste adicional para las arcas municipales, algo así establecido según el pliego y en el contrato con Prezero y que diferencia la actual coyuntura del anterior contrato con la UTE Zamora Limpia, cargado de sobrecostes no contemplados y que los anteriores equipos de gobierno del Partido Popular dejaron que se produjesen debido a la falta de una labor efectiva de fiscalización.
Sin duda todo estaba milimétricamente preparado para que los servicios públicos municipales estuvieran a la esperada altura, algo que, también sin duda, sucedió. Las complicaciones a lo planificado, no obstante, llegaron ya entrados los días de Semana Santa en forma de un silencioso intento de disfunción al que quiero referirme en este artículo.
El pasado año fue el primero en el que el servicio de limpieza contó durante Semana Santa y otros eventos de asistencia masiva con una escolta policial (dos agentes) que aseguraba el trabajo de los operarios al tiempo que también se garantizaba la seguridad de los viandantes, algo fundamental durante los días de masificación y que nunca antes se había producido, con la consecuente mejora en el servicio prestado.
Este año, sin embargo, una parte reducida de los servidores públicos policiales intentaron provocar ciertas disfunciones a lo planificado intentando eludir su responsabilidad laboral esencial como un cuerpo garante del orden. Dentro del marco de la actual negociación abierta, los agentes incorporados en la «bolsa de voluntarios» decidieron borrarse de la misma, obligando a decretar y notificar (con tiempo suficiente) a los agentes seleccionados por el servicio de Policía (el único encargado de la organización y funcionamiento del Cuerpo, con Jefe y reponsable político propios) su obligación de trabajar -insisto en recordar que la Policía Municipal, al igual que otros, es un servicio esencial-. La fórmula seleccionada para ese entorpecimiento consistió en no responder las llamadas en las que se notificaría verbalmente por parte de la Jefatura policial la obligación de trabajar, al tiempo que tampoco se «abrían» las notificaciones formales de los decretos.
También en estos días se ha dado a conocer el fallo judicial que rechazó las «medidas cautelares» de suspensión de los decretos que solicitaba el sindicato policial, unas «medidas» solicitadas el miércoles santo y que fueron rechazadas el mismo día por el Juzgado atendiendo a que la ausencia de servicios policiales podría producir «una perturbación grave de los intereses generales». El fallo también reconoce que dicha «bolsa de voluntarios» es anual: uno no puede apuntarse y desapuntarse cuando le venga en gana o como medida de presión en el seno de una negociación abierta.
Esta «escasez» de personal policial acontecida en lo relatado supuso la ausencia de escolta para el servicio de limpieza en varias de las procesiones, servicio que sí se prestó, pero en otras zonas de la ciudad para no comprometer la seguridad de los viandantes. Otras procesiones contaron tan sólo con un agente (con las dificultades de control para el mismo y para los trabajadores de limpieza, como pude comprobar personalmente el Martes Santo) o en las menos con un coche policial (que de poco o nada sirve cuando la necesidad efectiva es de dos agentes a pie que vayan apartando educadamente a la gente para que las barredoras puedan efectuar su trabajo sin peligro para nadie).
A pesar de estos hechos, que aún dirigidos hacia el equipo de gobierno de Izquierda Unida lo único a lo que podían perjudicar es a la Semana Santa y a la imagen de nuestra ciudad, el servicio de limpieza realizó un excelente trabajo que sin duda hubiese sido aún más lustroso si se hubiera podido desplegar en su totalidad y según lo planificado.
Esperemos que estos bochornosos acontecimientos no se vuelvan a producir, y menos en fechas tan significativamente clave como en Semana Santa. En el seno de una negociación abierta no todo vale, y menos si se perjudica el trabajo de otros servidores públicos y la imagen de toda una ciudad.