Omar Lo tiene 27 años y empezó a jugar a baloncesto con «cinco o seis» en las calles de California. Sin profesores, sin más reglas que las que podían verse en los vídeos de un Internet entonces bastante incipiente en estos menesteres. A base de «highlights» de estrellas de la NBA, Omar fue aprendiendo movimientos y dándose cuenta poco a poco de que esto podía ser lo suyo. Probó en varios deportes: fútbol americano, monopatín… pero al final triunfó el baloncesto. Lo supo cuando sus padres le compraron sus primeras zapatillas.
A partir de ahí comenzó a entrenar de forma más reglada, fue progresando en el juego y acabó por ser pieza destacada. Se formó en el instituto Robert F. Kennedy de Los Ángeles, progresó al Peninsula College y ya en la temporada 2017-18 ingresó en la Universidad Notre Dame de Nagur. Disputó la NCAA en la temporada 2019-20 con los California Baptist Lancers, formó parte del draft de la NBA en el 2020 (no fue drafteado) y recaló en España, donde ha ido quemando etapas hasta acabar este año en el CB Zamora. Pasos, asegura Lo, que le han permitido comprobar la importancia «de la disciplina, de las rutinas correctas, del trabajo en equipo, de los horarios y del respeto al jefe».
Valores que, indica, están por encima del baloncesto y que inspiran su función. Porque Omar Lo tiene en casa, en California, una fundación dedicada a inculcar estos valores a los niños y jóvenes de entre 5 y 18 años. Es la Omar Lo Basketball Foundation, que echó a andar el pasado verano congregando a 150 asistentes en su primer día de vida. Es el «proyecto personal» que el joven jugador del Caja Rural – CB Zamora quiere desarrollar durante los próximos años y que, espera, le mantenga ligado al basket cuando acabe su carrera deportiva. «En California, los jugadores que jugamos en esta categoría en España ya somos bastante reconocidos, y eso me ha ayudado», asegura.
«La idea vino del entrenador de mi universidad, me dijo que tenía carisma y que era capaz de transmitir mi pasión por el baloncesto, así que lo hice», apunta Lo. El jugador puso en marcha la fundación desde Menorca, localidad en la que vivía en la temporada pasada, hablando con entrenadores y ayudantes de California que le podían echar una mano. Los entrenamientos se desarrollan en la misma pista en la que Lo jugaba sus partidos de instituto y son sus profesores de entonces los que le ayudan con la logística de un proyecto que crece. Se hizo el verano pasado, se hará este próximo y la idea llevarlo también a Senegal, de donde es originaria la familia del jugador y donde el baloncesto cobra si cabe más importancia como válvula de escape de una realidad complicada.
La filosofía de la fundación es doble. Por un lado, entrenadores profesionales ayudan a los chicos a los que les gusta el baloncesto y que entrenan en la calle, como entrenaba el propio Omar, a perfeccionar su técnica de cara al curso que tiene que comenzar. Y, por otro y «más importante», apunta el propio Lo, se trata de transmitir los valores que el basket le ayudó a interiorizar a él mismo. «Chicos que a lo mejor en la calle tienen problemas, que son conflictivos» o que ven que no encajan encuentran en la Fundación una alternativa.
Todos los gastos, a costa del jugador
El formato de momento escogido es el de campamento de verano y es el propio jugador del CB Zamora, con la ayuda de algún que otro «partner», el que corre con todos los gastos ocasionados. «Este año he podido ahorrar algo más que el pasado y vamos a incluir un servicio de catering para que los jugadores tengan también la comida cubierta», apunta el alero. Las equipaciones, las estancias si algún chaval lo precisa, los alquileres de las pistas, el material… todo sale de la cuenta corriente de Omar. «El dinero es importante, pero no es lo más importante», razona el jugador.
«Creo que las mayores enseñanzas que he adquirido en la vida las he adquirido gracias al baloncesto», reafirma el jugador, convencido de una idea en la que la base es transmitir ese potencial que el deporte tiene como catalizador. «Es mi proyecto», concluye.
