Si es usted una persona observadora, seguro que los ha visto en estos días de Pasión. Generalmente, son figuras que sobresalen un poco por encima de las fundas de los teléfonos móviles, aunque también pueden aparecer en las tabletas, en los muebles o hasta en los bordes de las pantallas de los coches. Y sí, se trata de una adaptación de la moda de los Sonny Angel a la Semana Santa de Zamora. Es decir, los muñequitos coleccionables de origen japonés tan demandados en los últimos meses, pero caracterizados como cofrades de cada procesión.
La idea parte de la empresa Somos 3D, un negocio zamorano dirigido por un hombre llamado David Ríos, que pensó que quizá sería buena idea ofrecer esta alternativa para que los semanasanteros decorasen sus dispositivos o para que los turistas se llevasen un recuerdo. Dio en la diana. «Llevamos tres semanas que no damos abasto», admite el responsable de la firma, que apunta que han tenido que hacer turnos de noche para poder atender la demanda. «Podemos hacer unos cien al día», señala.
Ríos explica que no solo se trata de darle a un botón. Cada muñeco exige un etiquetado y un trabajo. Aparte del diseño previo, claro. No son todos iguales. «Queríamos sacar un buen producto ‘made in Zamora'», insiste el responsable de Somos 3D, que recalca que cada pieza se vende a través de los negocios de la ciudad con los que su empresa colabora: «También les damos un poco de vidilla», desliza este emprendedor, que tiene claro cuáles tiene que reponer más: «Esperanza, Silencio y Capas».
Uno de los puntos de venta de estos muñecos zamoranizados se ubica en plena Plaza Mayor, en la tienda O Xenio que gestiona Kevin Hetzel: «La enfermedad de los Sonny Angel está en todos lados, y estos llaman mucho la atención. Los está cogiendo mucha gente», advierte el responsable del negocio, que confirma lo que dice el fabricante: «La dama de la Esperanza se está vendiendo, pero exagerado», asevera.
Entre diez y quince euros
En la tienda de Kevin Hetzel, estas creaciones se encuentran a un precio de diez euros para los cofrades que tienen «el caperuz de pico». Es decir, los más simples. El resto, con más elaboración, se comercializan por un coste de quince euros. Hasta el miércoles por la tarde, con todos los días gordos por delante, solo esta tienda ya había vendido más de cien.
Fuera del centro, Somos 3D también ha distribuido sus Sonny Angel particulares por algunas tiendas de los barrios para tratar de llegar a toda la ciudad. En principio, seguirá con ese sistema «un par de semanas más». Quizá, luego mantenga la venta en la web otro mes y ya: «Es un producto de temporada», justifica David Ríos, que piensa en otros diseños para un futuro próximo. Atento si le ha gustado la idea de la Semana Santa, porque se vienen mascaradas. «Estamos en ello», remacha el impulsor de la idea.