Amenazada por la lluvia, pero sin dejarse amedrentar por la meteorología después de que el año pasado se cerrara con la suspensión del desfile, Nuestra Madre de las Angustias, cofradía depositaria de una de las devociones históricas de Zamora, ha salido a la calle en la noche de este Viernes Santo para cerrar el «maratón» de procesiones que Zamora inició hace casi 48 horas con la Virgen de la Esperanza.
Los cofrades, que iban a llegar hasta la plaza de Alemania en el itinerario original, se han conformado con un recorrido mucho más breve, subiendo por el Riego para pasar por San Torcuato, Santiago y Santa Clara hasta la Plaza Mayor. Al paso de la imagen titular el coro sacro Jerónimo Aguado ha entonado la salve, retornando rápido la procesión a la plaza del Fresco para entrar al tiempo de salida con más de una hora de antelación con respecto al itinerario original.
No estaba la noche para grandes alegrías aunque el recorrido, quizás extremadamente corto para una procesión tan grande, ha jugado alguna mala pasada. La cabeza de la procesión entraba en la Plaza Mayor pasadas las once y media de la noche, cuando los últimos cofrades todavía estaban iniciado la procesión, prácticamente alcanzándose. Dificultad, con todo, solventada y que queda más para el apartado de curiosidades que para el de incidencias.
Zamora encara, ahora ya sí, el final de su Semana Santa de 2025. El Viernes Santo cierra pasado por agua, con recorridos acortados para Jesús Nazareno y Nuestra Madre y con la que de momento es la única suspensión de la semana, la del Santo Entierro. La margarita empieza a quedarse sin hojas y solo quedan Soledad y Resurrección para cerrar el ciclo.
Cofrades de Nuestra Madre de las Angustias, en la Plaza Mayor de Zamora. Foto Emilio Fraile
