Penitencias

Jesús Yacente celebra su procesión, con salida y fin en la Catedral, con algún susto por la lluvia y con el cambio de escenario para el miserere

por Diego G. Tabaco
La procesión del Yacente, en la Puerta del Obispo. Foto Emilio Fraile.

Hace quince días, nueve familias tuvieron que abandonar sus viviendas en plena noche porque se les cayó encima un muro en Rabiche. Nueve familias gitanas que se quedaron sin un techo en el que cobijarse más allá de soluciones de emergencia. El propio Ayuntamiento, consciente de las dificultades del colectivo para encontrar una vivienda, llamó a los zamoranos con inmuebles vacíos a ponerlos a disposición, corriendo el Consistorio con los gastos de alquiler y con la reparación de posibles desperfectos. Hacían falta nueve viviendas. No se consiguió que nadie abriera las puertas de su casa. «Lo esperado», se dijo. Estas familias, que se llevaron los titulares de todos los medios, son ya invisibles. 

Desde hace unas dos semanas hay un sintecho que, todas las mañanas, se sienta en la esquina de Santa Clara con Alfonso IX. El hombre se sienta ahí, tapado con una colcha, sin siquiera la pretensión de pedir dinero a los viandantes. No tiene la típica gorrita en el suelo, frente a él, para solicitar limosna. Tampoco saca la mano por la manta que le cubre. Muchos viandantes no le ven, alguno incluso tiene que dar un quiebro porque se percata de su presencia cuando ya está junto a él. Es invisible.

Uno de los penitentes preparado para salir de la Catedral. Foto Emilio Fraile.
Uno de los penitentes preparado para salir de la Catedral. Foto Emilio Fraile.

La semana pasada cerró un nuevo local en Pablo Morillo. Vendía ropa y ahora las ofertas que se encuentran en el escaparate son las de los muebles de la tienda, a los que la dueña intenta dar salida para amortiguar un poco el palo del cierre. Las redes sociales siempre se hacen eco de estas situaciones, y lamentaron este cierre como los cincuenta anteriores. Como lamentarán también los cincuenta posteriores sin que a nadie se le ocurra dejar de comprar en Amazon. Este local es de nuevo invisible, como el drama de la dueña. 

La vida está llena de penitencias, grandes o pequeñas, a las que volvemos la cara. Miramos en cambio con devoción las que estos días desfilan por las calles. Clavamos la mirada en los hermanos que en la procesión de Jesús Yacente llevan las pesadas cruces de la mayordomía pero somos incapaces de mirar a los ojos a los que cargan con sus cruces del día a día, quizás por miedo a que nos devuelvan la mirada. O peor, a que nos pidan algo. Nos asombramos con la imagen del Cristo muerto que Dionisio Alba encontró debajo de una colcha pero no levantamos otros velos por miedo a lo que podemos encontrarnos detrás. 

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