Espíritu Santo, Buena Muerte, Via Crucis, Siete Palabras, Silencio, Yacente y Nuestra Madre de las Angustias. De un total de 16 desfiles, siete, estos siete, tienen una cosa importante en común: la túnica. En todos ellos la base es la lana estameña. No es casualidad que sea así, pues el surgimiento de un buen número de cofradías a lo largo del último siglo propició que unas aprovecharan la ropa de las otras para facilitar la vida a los cofrades, muchos de ellos pertenecientes a varias hermandades. Una cuestión logística en la que también se miró por la economía de las familias y por dar facilidades a las nuevas incorporaciones. La lógica es aplastante: si la incorporación es más barata, vendrán más penitentes.
Explicaciones que sirven para dar contexto a lo innegable, y esto no es otra cosa que decir que la lana estameña es la base de la ropa de los cofrades en la Semana Santa de Zamora. Prendas duras, para resguardar del frío, muchas veces toscas, de las que pasan de generación en generación y de las que soportan largos periodos guardadas en el baúl. Un bien bastante preciado, el de la lana estameña, que cada vez escasea más.

Santiago Hernando vive en Burgos, donde tiene su negocio. Y es a día de hoy, junto con otro colega de León, el único proveedor de lana estameña para confeccionar túnicas en la Semana Santa de Zamora. Centrado en los trajes regionales, es posiblemente «el único en España» en trabajar la lana como lo precisan las cofradías zamoranas. Y las mañas, repunta, porque en Zaragoza hay hermandades que también usan este tipo de tejido.
«Yo me he especializado en este material, que no es fácil de conseguir. La lana estameña blanca no se encuentra fácil, y el tratamiento que hay que hacerle también es especial», apunta Hernando en conversación con este periódico. «Tiene que ser una lana apropiada, que no esté contaminada, después hay que tejerla de una manera determinada, sacar el pelo con cuidado, secarla bien extendida… Porque no nos engañemos, no es lo mismo una estameña con este acabado que con otro».
La Semana Santa de Zamora da empleo aproximadamente durante dos meses a esta empresa burgalesa. Tal es la importancia del material en las cuentas anuales del negocio, y en el histórico de pedidos que se han realizado, que Hernando ya llama directamente «lana de Zamora» a la estameña. Este año, asegura, los pedidos han ido bien, lo que indica que el número de cofrades también ha evolucionado al alza.
Afecta también a la Semana Santa la temida falta de relevo generacional que se ve en muchas empresas. A Santiago el negocio le viene de su padre, que ya trabajaba «muy bien» con las empresas de Zamora hasta su jubilación. Después lo cogió él y conservó la clientela. Pero Santiago tiene 63 años y, asegura, no hay nadie que venga por detrás de él en esta empresa. «Todavía no podemos decir que vayamos a tener un problema de suministro, pero estaría bien que fueran surgiendo alternativas», asegura Joaquín Ramos, uno de los encargados de confeccionar los trajes de los cofrades zamoranos. «A ver, yo te digo la verdad. De esto no vives, tienes que buscar otras vías para ingresar. En mi caso son los trajes regionales, pero también van a la baja… No sé, alguien lo cogerá cuando me jubile. Digo yo…», apunta Hernando.