«Yo creo que la atribución del Cristo de las Injurias a Diego de Siloé es una atribución definitiva». Lo estima así José Ángel Rivera de las Heras, que se hace eco de las investigaciones llevadas a cabo por Luis Vasallo Toranzo y asegura que, a la vista de los estudios y datos recabados, se trata de la posibilidad «más plausible» de las que hay sobre la mesa. Rivera de las Heras, que insiste en que esta es una cuestión «personal», recuerda que «tendremos que hablar siempre de atribuciones mientras no aparezca un documento en el cual se compruebe el encargo del obispo de Burgos al artista», pero subraya que «podemos fechar el Cristo en torno al año 1520 y atribuirlo a Diego de Siloé» sin dejar mucho margen para la equivocación.
Esta puede ser la principal conclusión del libro «El Cristo de las Injurias y los crucificados del Renacimiento español», editado por la Cofradía del Silencio con motivo del centenario de la Hermandad y en el que, además de Vasallo y Rivera, ha participado Manuel Arias Martínez. Obra que recuerda que a lo largo de las últimas décadas se han propuesto varias atribuciones de la obra, que la encuadra en el momento de su creación y que la estudia de forma pormenorizada. Históricamente el cristo ha estado atribuido a Gaspar Becerra o a Arnau Palla, autor a quien el propio Rivera de las Heras llegó a atribuir la creación del crucificado zamorano.
La obra se edita con motivo del primer siglo de vida de la hermandad con un doble propósito. Primero, ofrecer a la sociedad y a los expertos y estudiosos de la Historia del Arte «una publicación digna y actualizada sobre la categoría escultórica de la talla, una de las más importantes del patrimonio de la Diócesis». Y, segundo, «incrementar la devoción a la imagen entre los zamoranos, y es especial entre los hermanos de la cofradía».
El estudio sobre la talla es uno de los dos libros presentados hoy por la Cofradía. El otro es «Silencio. Cien años de devoción y hermandad en torno al Cristo de las Injurias», que se distribuirá de forma gratuita entre los hermanos y que ha sido escrito por el historiador José Luis Hernández Luis. El autor defiende la visión de conjunto que la obra da sobre la hermandad. El libro, indica Hernández, «contextualiza el origen, habla del nacimiento de la hermandad en una época de lucha entre tradición y modernidad. Y analiza la dimensión social de la cofradía, estudiando sus relaciones con la derecha católica y el sesgo burgués de clase media o media-alta que el Silencio» ha tenido a lo largo de las décadas.

El autor, que celebra el análisis «no solo espiritual» sino también «patrimonial e histórico» de la hermandad, ha aprovechado la presentación para pedir a las cofradías zamoranas que presten más atención a sus en ocasiones deteriorados archivos. «Están en ocasiones un tanto descuidados. No podemos alardear de la antigüedad de la Semana Santa y descuidar a la vez las pruebas de esa antigüedad», concluye Hernández Luis.
Por su parte Rufo Martínez de Paz, presidente del Silencio, reivindica que «cien años merecen una celebración y que quede algo para el futuro. Estos dos libros quedan para la historia de la cofradía» y recogen la historia de la hermandad «desde varios puntos de vista».
Las dos obras cuentan con el impulso para su edición de la Diputación de Zamora y de Caja Rural de Zamora. Sus responsables en el acto de presentación, Víctor López de la Parte y Laura Huertos, subrayan la impronta de la cofradía y de la imagen en la sociedad zamorana. «Miles de personas acuden a Zamora cada Miércoles Santo desde varios puntos del país y lo hacen para participar con Zamora del silencio de la tarde», concluye el diputado.