La hija de José María Sánchez se ha cambiado de habitación. Ya no duerme donde siempre, sino en una estancia más apartada de la ermita que se ubica justo enfrente de la casa familiar. El miedo de esta joven de veinte años no tiene nada que ver con lo espiritual o con lo religioso, sino con el boquete que dejó un camión en el templo hace ya casi tres meses. El aspecto de la fachada no le ofrece seguridad, y la vecina de Venialbo ha preferido descansar en otro lugar sin tanta preocupación.
Lo cierto es que la casa de José María y su familia está a apenas unos metros de esta ermita de la Veracruz, construida al pie del antiguo cementerio municipal, a la salida de la localidad zamorana, y que en el mes de enero sufrió el golpe de un camión que transportaba remolacha. El vehículo no hizo bien el giro y golpeó con la parte superior a una de las esquinas del templo. Mala suerte. Otra cosa es que hayan pasado casi 90 días sin arreglos.

Según la versión de este vecino, y de lo trasladado públicamente en los últimos días, todo está a expensas del seguro del vehículo y de la tramitación correspondiente. Pero una cosa es lo administrativo o lo legal y otra lo que ven él y el resto de los habitantes de Venialbo cuando contemplan el estado en el que se encuentra esta parte del patrimonio del pueblo.
El propio vecino mira hacia la ermita y calcula la distancia con su casa: «Yo creo que sí llega», apunta José María, que constata la inclinación que muestra el templo, cuya fachada está claramente vencida hacia delante: «Estaba ya algo inclinada y un poco en ruinas pero, a raíz de esto, se abierto una raja más», señala este hombre de Venialbo, que lamenta que nadie haya dado solución en este tiempo.
Las palabras del vecino llegan en medio de una semana en la que su mujer y otros habitantes de la localidad se han movilizado para demandar que el Obispado, el Ayuntamiento o los dos se impliquen para resolver el asunto, aunque es la Iglesia quien tiene la responsabilidad como titular del bien. De hecho, en un cartel sobre la puerta del edificio religioso se puede leer un mensaje bastante claro: «La ermita es del pueblo. Hay que buscar una solución rápida».

«La gente da la vuelta por si acaso»
Lo que lamenta José María es que los responsables se vayan a empezar a preocupar después de tanto tiempo: «En tres meses, nadie se ha movido», asevera el vecino, que insiste en el riesgo que se ha corrido en este invierno: «Con lo que ha llovido, esto se ha podido venir todo abajo. En cuanto salimos de casa, nos tenemos que apartar. De hecho, la gente ya no pasa por ahí, da la vuelta por si acaso», recalca.
Para José María, la ermita ya necesitaba una reforma importante antes del golpe. Ahora, más. El templo se utilizaba generalmente para la celebración del Jueves Santo, pero todo apunta a que este año habrá que mover la actividad a la iglesia titular, en la parte baja del pueblo. Nadie se va a atrever a cruzar el umbral de este edificio religioso dedicado a la Veracruz antes de que se ejecute la obra.
El Ayuntamiento reclama más información
Al hilo de esta situación, el alcalde de Venialbo, Jesús Vara, se ha reunido con el sacerdote del pueblo para conocer más información sobre el caso. «Llevo moviéndome desde el principio», asegura el regidor, que lamenta que el Ayuntamiento sigue sin tener demasiados datos al respecto y sin una solución para el estado en el que ha quedado la ermita.
Vara apunta que tratará de contactar con el Obispado para seguir trabajando en esa vía, mientras admite que existe «un malestar general» por parte de los vecinos ante la indefensión que provoca que ese arreglo no dependa del pueblo, sino del seguro y del titular de la ermita.