Decenas de cantantes de un buen número de países se presentan cada año para ser seleccionados dentro del programa «Crescendo» del Teatro Real de Madrid. Jóvenes, de entre 18 y 35 años, que quieren dar un importante paso adelante dentro del mundo de la lírica y que intentan obtener la información y la vitola que da el liceo madrileño. De entre ellos se selecciona a doce cantantes de todas las nacionalidades, a tres pianistas y a tres directores de escena. Al primer grupo pertenece Mauro Pedrero, la gran promesa de la lírica zamorana. Aunque quizás hablar de promesa ya no sea demasiado acertado.
El bajo zamorano ha iniciado ya una trayectoria que, si bien no le garantiza que se le abran las puertas del Real de Madrid, sí que le abre grandes claros en su trayectoria. «Tener la etiqueta de haber participado en el programa Crescendo del Teatro Real es bueno, es muy bueno y te garantiza ciertas cosas. Después dependerá si tu perfil cuadra en el reparto, como con cualquier artista», pero llevar en el currículum el sello del Teatro Real es relevante. «Todo el mundo sabe que para ello has tenido que pasar ciertos filtros», resume Pedrero.
Los filtros, recuerda ahora el zamorano, comienzan por una audición en vídeo que hay que mandar al Teatro Real para comenzar la andadura. «La peor parte», apunta Pedrero, «porque es muy complicado mostrar en un vídeo quién eres y qué es lo que realmente haces», peso se consiguió superar esa fase. La segunda y más exigente es una audición presencial en el propio Real delante de Joan Matabosch, director artístico del teatro, y de parte de la directiva. En este caso, de Saioa Hernández y Francesco Pio Galasso, referentes en la lírica y padrinos de esta generación de Crescendo.
«Es un filtro complicado», recuerda ahora Pedrero. La audición se llevó a cabo en la Sala de Orquesta del Teatro Real. «Estaba tranquilo. Pero es lo típico que piensas que lo llevas todo controlado y cuando sales a la escena ves que las cosas se tambalean un poco». Fue solo el empezar, rememora, «porque rápido te centras e intentas hacer las cosas bien. Para mí», asegura el bajo, «el primer contacto es siempre el más complicado», porque es el momento de controlar todas las emociones y ofrecer un buen registro al auditorio.
La experiencia y el aplomo del artista
Las tablas, la experiencia, se valora, claro. En todas las artes escénicas los artistas sufren en la lucha porque sus emociones personales no se trasladen a la escena, pero esta batalla es si cabe más complicada en la lírica. Una mala respiración puede dar al traste con toda la preparación, resume Mauro Pedrero. «Es importante trabajar y tener el aplomo necesario para serenarte y cantar lo mejor que puedas». El objetivo es siempre tener una línea, una continuidad, de la que no salir. «Es importante para nosotros pero también para el público, que al final lo que quiere es ir a un concierto, ver a un cantante y disfrutar. Y no estar pensando en que la persona que está en el escenario lo está pasando mal».
La participación en el programa Crescendo abre la puerta a clases presenciales con algunas de las grandes voces de la lírica actual, unas actividades que son fundamentales para la formación de los nuevos valores. En los últimos días los alumnos han participado en una masterclass con Sabina Puértolas, soprano con más de treinta años de experiencia sobre las tablas. «Es una mujer que está en un primerísimo nivel ahora mismo, creo que es una clase que me ha servido de mucho», apunta Pedrero. También ha habido formaciones con José Luis Basso, director de coro del Teatro Real. Y quedan tres, las de Saioa Hernández y Francisco Pio Galasso más otra con Michael Fabiano, uno de los tenores de referencia en el panorama internacional. «Una suerte inmensa», resume el zamorano.
No es la primera experiencia de Mauro Pedrero con el Teatro Real. Hace unos meses ya participó, encarnando a Basilio en El barbero de Sevilla, en una representación organizada por el Real en el Teatro del Retiro, un foro para jóvenes y personas no iniciadas en la ópera. La producción se movió después al Teatro de la Maestranza de Sevilla. Y ahora, gracias de nuevo a Crescendo, Pedrero podrá también participar en las Carrozas del Teatro Real, unos espectáculos que se mueven por toda España y que gozan de gran éxito y de un importante prestigio. Una puerta abierta, en suma, a una carrera que promete y que cada vez apunta más alto.