
La Raya, en Zamora, aspira a convertirse en el mayor territorio repoblado de Europa, según noticias de última hora atribuidas a una fuente fiable y que nada tiene que ver con otras sospechosas fuentes de propanga nacional o internacional.
Para quienes no estén al día, la Raya es un espacio fronterizo de más de 1.200 kilómetros de longitud, constituida a través de los siglos a partir de diferentes tratados medievales y que se mantiene desde entonces inalterable, siendo la más amplia y antigua frontera entre países en Europa. En Zamora, la Raya ocupa buena parte de las comarcas más occidentales, pues aunque la frontera puede considerarse una línea divisoria también es un lugar para la permeabilidad social y cultural, de forma que en toda su historia fue imposible disociar lo que ocurría a un lado y a otro de la frontera, si exceptuamos, tal vez, esos años de dictadura en España y Portugal.
Y ahora, según la citada pero innombrable fuente, la Raya va a ser salvada de la despoblación. Nos referimos, de manera especial, a la Raya alistana, donde gracias a la decisión de los despobladores –pues como se ha dicho, pobladores hay pocos–, se van a levantar cientos de eólicos para captar la energía del viento y atraer con su incesante llamamiento eólico la llegada voluntaria de miles de ciudadanos ansiosos por tener un futuro en estas tierras vírgenes.
No es comparable al descubrimiento de América pero hay que reconocer la originalidad de la propuesta. Aunque a simple vista no parezca existir relación alguna entre destruir el paisaje y el retorno de la población, lo cierto es que los ayuntamientos de la Raya alistana se han propuesto en demostrar que cuanto más feo el sitio, más ganas de vivir en él.
Y por favor, escépticos y gente que siempre está en contra de todo, no vengáis ahora con cifras de municipios afectados por al industria del viento que han visto cómo la población disminuía incomprensiblemente. En Aliste, todo va a ser distinto, de hecho, los alcaldes de esos municipios ya tienen un plan de hacer mucho más feos los pueblos con fondos de la Diputación y de la mismísima Europa: cementarán las eras, aprobarán planes para nuevos aeropuertos, repartirán gratis cabezas de lobo obtenidas legalmente y levantarán estatuas a los grandes promotores del progreso eléctrico, constituyendo la fealdad sin límites en auténtico objetivo político. Se espera, de esta forma, convencer a más de una familia madrileña, de Euskadi o de Cataluña, que hartos de tanto espacio verde, quieran hacer el oeste plantando su choza en prometedoras tierras fértiles.
Hasta aquí lo que dice la mencionada fuente traducido a lenguaje común. Y ahora viene lo que va a suceder realmente.
Y lo que va a suceder en realidad tiene un nombre: expolio.
Sí, esto es lo que, de manera subliminal, se anuncia a bombo y platillo y con circo incluido, que la Raya alistana va a sufrir el mayor expolio del siglo. La fuente convertida en río, y que ha bañado medios de difusión provincial, dice una cosa pero en realidad quiere decir otra. Cuando habla de revertir la despoblación quiere decir aprovecharse de la despoblación, quiere decir sacar tajada de la poca población existente, quiere decir que no va a existir la mínima oposición al caciquismo y que los de siempre van a seguir haciendo lo de siempre, pero esta vez sacando para sí mismos un gran beneficio, y sin que nadie les ponga freno.
El extractivismo continúa en la España profunda. Y cuando decimos profunda nos referimos a la que conserva valores y recursos de importancia estratégica, desde un punto de vista material e inmaterial. No es, en consecuencia, profunda por oscura sino por culta y auténtica, portadora de una cultura ancestral y de un medio natural primigenio. Oscuras son, eso sí, las intenciones de quienes quieren vender frugal progreso a costa de determinados territorios y quienes lanzan promesas para que sea más digerible el sacrificio.
Con la llegada de los eólicos a la Raya alistana se pretende abrir un proceso de desamortización y subasta de los territorios a costa de su futuro, pues no cabe descartar que a la industria de las macrorenovables le seguirán otras tantas igual de “beneficiosas”, como podrían ser las minas a cielo abierto de todo tipo de minerales que tanta importancia tienen para mantener la maquinaria de las guerras y otras formas de “progreso”.
Con la llegada de los eólicos a la Raya alistana se pretende destruir el medio ambiente y los paisajes, aniquilando con una fealdad sin límites los valores positivos asociados a la vida en rural y, en consecuencia, frenar para siempre toda posibilidad de repoblación.
Esto es lo que de verdad va a suceder. Pero no te lo dirán todos esos medios de comunicación que se alimentan de misteriosas fuentes. No te lo dirán quienes esperan sacar tajada del negocio y no te lo dirá nadie que conozcas –porque a tu alrededor ya se ha instalado la ley del silencio–. Así que prepárate para luchar sola, solo, a no ser que encuentres otras personas que, como tú, sean conscientes de lo que significa la llegada de los eólicos a la Raya alistana, y quieran organizarse.