El sol de primavera pega fuerte, casi sorprende después de tanto día de lluvia, pero el interés no está en la calle luminosa, sino en el interior del local social de Rabanales. Hasta allí se desplazan varias decenas de vecinos para escuchar. Lo hacen después de leer y recibir las primeras informaciones, pero saben que esta vez no habrá intermediarios. Todo será cara a cara. Lo que conocen las gentes del municipio de antemano es que una empresa se ha interesado en desarrollar un gran parque eólico desde Trabazos hasta Ricobayo, y que esa línea de molinos pasa por su pueblo. A partir de ahí, muchas incógnitas.
La idea no es resolver todas esas dudas de golpe, pero sí empezar a clarificar algunas cosas. Para eso se han desplazado hasta el pueblo cuatro responsables de las empresas que aspiran a desarrollar el parque. Dos vienen de la matriz principal, Vestas. Sus nombres son Miriam Martínez y Rafael Muñoz. A su lado, dos trabajadores de EnerHi, la otra firma que ejerce como socia. Se trata de Carlos Castro y Carlos Hernáez. Todos se sientan en la mesa central, con el público que abarrota la sala en frente.

El primero en hablar, no obstante, es el alcalde, Santiago Moral, que menciona la importancia de la «transparencia» y que da las primeras pinceladas sobre la iniciativa: «Se pretende aumentar la potencia de evacuación y eso permitirá sacar a concurso posibles parques eólicos en la zona», arranca el regidor. Vestas es una de las empresas interesadas y, aunque esto «va muy a lejos», ya lleva un tiempo moviéndose. La reunión de este martes es para que la gente sepa de qué va la idea, pese a que queden detalles por perfilar.
A partir de ahí, Miriam Martínez, la directora de Proyectos de Vestas toma la palabra para confirmar la intención de desarrollar el parque eólico desde Trabazos «hasta la zona de Ricobayo». En principio, serían entre 50 y 60 molinos: «Hemos hecho el análisis de recursos eólicos y de red, y hemos planteado una zona donde existen esas posibilidades y no hay restricciones», comienza la promotora, que apunta que la empresa está a la espera de que el Gobierno saque los concursos de capacidad de las subestaciones de Red Eléctrica.
A partir de ahí, la empresa se postulará, pero no está claro cuánto tiempo puede pasar: seis meses, un año, incluso dos. Cuesta definirlo. Lo que sí apunta Martínez es que, desde ese momento, se estima un plazo de unos cinco años para la tramitación del proyecto. «Una vez tuviéramos los permisos, empezaríamos la construcción», resalta la responsable de la empresa. Es decir, en un punto aún inconcreto de los años 30.

Martínez se detiene en este instante para hablar de una de las incógnitas clave: ¿En qué se beneficiarían el pueblo o los particulares? En principio, «de la renta por el alquiler de los terrenos» para las propias turbinas, por el paso de los caminos o de las líneas. Además, el Ayuntamiento «recibiría una cantidad en concepto de impuestos» y habría «una parte socioeconómica». Es decir, apoyo de Vestas para determinadas necesidades municipales. Eso podría ir del transporte al centro de salud a la construcción de una pista de pádel.
Martínez cuenta todo esto y también que Vestas es «una empresa líder mundial en fabricación de turbinas eólicas». Además, la representante de la empresa recalca que esta firma se encarga igualmente del mantenimiento y de la promoción. Básicamente, de todo. En España, la marca dispone actualmente de 3.500 molinos. De ellos, 80 o 90 están en la provincia de Zamora, tanto en el alfoz como en zonas alejadas de Sanabria, y existe un centro de mantenimiento en Coreses.
A su lado, Rafael Muñoz interviene para recalcar que todo lo de Aliste está «en una fase muy previa». Aún así, da algunas pinceladas: «Es una zona golosa porque hay viento, pero todavía no tenemos adjudicada la capacidad. Tendremos que ir al concurso», señala el representante de Vestas, que admite igualmente que «ver un aerogenerador puede ser más feo que ver una vaca», pero que advierte que estos son «pueblos necesitados de inversión».

Muñoz habla nuevamente de los impuestos y de las rentas, pero también del trabajo: «No es que lleguemos y se vaya a emplear a medio pueblo, pero a lo mejor sí a cinco personas», asegura el representante de la empresa, que remarca ante el público que «la oportunidad es muy interesante».
A su lado, Castro, de la empresa asociada EnerHi, cita la tan comentada «dimensión comarcal». «La idea es que la riqueza llegue a todo Aliste y que se reparta el impacto visual», incide el miembro de la mesa, que tilda a Vestas de «jugador de primer nivel» y que habla ya del primer detalle para Rabanales. Se contempla que el municipio disponga de ocho o diez molinos. Poco más se puede aclarar sobre la ubicación exacta y otras consideraciones a estas alturas.
La réplica vecinal
Hasta aquí llega la voz de los que vienen a hablar de su negocio. A partir de ahí, se escucha la de los vecinos. Y no a todos les ha convencido la explicación. Las primeras preguntas van en línea con la distancia que puede haber. «Como mínimo, dos kilómetros en línea recta», replica Martínez. Otra vecina se dirige a continuación al alcalde para pedir una votación popular en la que se determine si Rabanales quiere o no los molinos. Moral responde que todo es muy prematuro, pero no se cierra a esa posibilidad.
Más voces plantean si la empresa tiraría hacia delante contra la voluntad del pueblo. Los promotores empiezan con evasivas, pero terminan por apuntar que podrían renunciar si eso sucede. Desde luego, si todos pensaran como el siguiente que alza la voz, no habría dudas. El vecino de Rabanales, ya veterano, se manifiesta frontalmente en contra: «Estamos en una zona maravillosa y es inevitable que haya impacto visual. Para ustedes todo son bondades, pero en Madrid no veo ningún molino», advierte el paisano.
Martínez aclara que en el entorno de la capital «no hay recurso eólico» o permisos en la sierra, pero Muñoz termina por admitir que esto se trata de «un balance de pros y contras». Entre los pros debería estar el empleo, pero algún asistente duda de ese impacto. Otra mujer apunta que en Ferreruela se quejan del ruido, un apunte que Carlos Hernáez, de EnerHi, trata de rebatir señalando que la normativa ya no es la misma que cuando se instalaron aquellos aerogeneradores.
La exposición inicial hace rato que se ha convertido en una especie de partido de tenis entre los vecinos con algo más que dudas y los promotores. Una mujer llega con datos y preguntas en un papel, y plantea si serÍA necesaria la recalificación de terrenos, cuál es el espacio que necesitarán los molinos o si harían falta subestaciones. Martínez concede que, en un parque de este tamaño, lo normal serían dos. ¿Y el cableado? «Por el aire, como máximo quince kilómetros. El resto, soterrado».
Otros asistentes también exhiben sus dudas en relación a la concentración parcelaria, acerca de a quién corresponderían los terrenos donde irían los molinos y en torno a si habría de cerrarse ese proceso antes de la tramitación del parque. Incluso sale a la palestra la posibilidad de tener que mover algunos aerogeneradores del lugar previsto inicialmente si finalmente se construye la A-11 en este lapso de tiempo.
Mucho por perfilar
Martínez reconoce que cuesta tener «una precisión matemática» en estos momentos. Queda mucho por dirimir. Muñoz y ella se marchan antes del final de la reunión informativa, tienen que coger el AVE. Después de su salida, una mujer defiende la alternativa del parque con el ejemplo de Lubián en la mano, mientras que Castro recalca que «hay más rechazo en los pueblos a la instalación que al funcionamiento posterior».
Cuando todo finaliza, algunas mujeres se acercan a Hernáez y a Castro para felicitarles. Es difícil medir cuánta gente ha salido convencida y cuánta renegada. Lo que parece evidente es que el asunto seguirá trayendo cola. Por lo menos, ahora ya se podrá comentar, al menos en Rabanales, con cierto conocimiento de causa.